El presidente catalán Carles Puigdemont declaró ayer la independencia de Cataluña para suspenderla a continuación, en una confusa y tensa jornada, con el objetivo de negociarla con el Gobierno español, que lo rechazó de pleno.
“Constituimos la República catalana como Estado independiente y soberano”, se lee en el texto firmado por Puigdemont y los otros 71 diputados independentistas, tras un histórico y ambiguo debate parlamentario.
Pero acto seguido, con rostro serio, pidió: “Que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia con tal de que en las próximas semanas emprendamos un diálogo”.
Reacción
Desde Madrid, la respuesta fue tajante: Puigdemont “no sabe dónde está, a dónde va ni con quién quiere ir”, denunció la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría. En los pasados 86 años, el gobierno catalán proclamó en dos ocasiones la independencia, sin que esta llegara a materializarse.
El primero en hacerlo fue el presidente regional Francesc Macià en 1931, y el segundo su sucesor Lluís Companys, en 1934, lo que le costó ir a la cárcel. Sobre la mesa, el Gobierno tiene poder para aplicar el artículo 155 de la Constitución, que prevé la suspensión del autogobierno de Cataluña, restaurado tras la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), o incluso decretar un estado de emergencia.