Existe una causa que subyace: la mala alimentación, por comer mucho, poco o mal.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible llaman a erradicar el hambre y enfrentar todas las formas de malnutrición antes del año 2030. En América Latina y el Caribe esto incluye a 120 millones de personas que viven con obesidad, 6 millones de niños que tienen baja talla para su edad y 4 millones de niños con sobrepeso, mientras que el número de personas que sufre hambre supera a la población conjunta de Ecuador y Chile.
Existe una causa que subyace: la mala alimentación, ya sea por comer poco, mucho, o mal. Este factor común tras la malnutrición explica, en parte, el hecho de que siga existiendo hambre y malnutrición en una región rica en recursos naturales y biodiversidad, y gran exportadora y productora de alimentos y productos agroalimentarios.
En las últimas décadas, la región ha visto enormes cambios en sus patrones alimentarios, fruto de transformaciones sociales, económicas y demográficas.
Las familias latinoamericanas y caribeñas tienen menos tiempo para comprar alimentos de temporada y cocinar recetas basadas en productos más sanos. El escenario es peor para los más pobres, cuyos ingresos muchas veces solo alcanzan para comprar alimentos poco nutritivos, los cuales suelen ser más baratos.
La dimensión del desafío y los gastos asociados al incremento de enfermedades crónicas no transmisibles han hecho que la lucha contra la malnutrición se reconozca como un asunto público. Lo que comemos no es solo una responsabilidad individual: el Estado tiene la responsabilidad de liderar la transformación del sistema alimentario actual.
Esta transformación necesita de políticas públicas y la participación de todos los sectores del Gobierno, trabajando junto con productores, consumidores y la industria alimentaria.
Promover un sistema alimentario más sostenible requiere medidas enfocadas en la producción, el consumo y el comercio de alimentos, implementadas de forma integrada.
Mejorar el acceso de la agricultura familiar a los mercados es fundamental, ya que este sector es responsable de la mayor parte del abastecimiento local de alimentos frescos y saludables en la región.
Transformar los sistemas alimentarios y hacerlos más sostenibles, justos y equitativos es la mejor forma de enfrentar el hambre y la malnutrición. Es también la mejor forma para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y lograr que ninguna persona sufra hambre ni obesidad al año 2030.