Las autoridades estadounidenses dieron albergue ayer a no menos de 30 mil personas en los refugios montados tras la inundación sin precedentes causada por la tormenta Harvey en Texas.
La Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) desplegó recursos para proteger la vida, dijo su director, Brock Long, y agregó: “Buscamos reforzar las operaciones de búsqueda y rescate en una zona muy amplia, entre 30 y 50 condados que fueron impactados por el fenómeno meteorológico. A su vez, el director del Servicio Nacional de Meteorología, Louis Uccellini, reconoció que el pronóstico del ciclón es incierto.
En botes, camiones y helicópteros, muchas veces con el agua hasta la cintura, socorristas buscan ayudar a residentes que puedan estar atrapados por el diluvio, cuyo pico se espera para mañana o el jueves. Se cree que el sistema se pueda desplazar hacia el este en los próximos 4 días, hacia el límite estatal entre Texas y Luisiana.
El alcalde Sylvester Turner reconoció que la cifra de quienes buscan refugio aumentará de manera exponencial, y resaltó: “La gente necesita ropa, literalmente, vienen mojados. Tenemos niños, bebés, hasta adultos mayores, requieren de ropa, comida, agua y suministros médicos”.
En el sureste de la región, las precipitaciones ya superaron los 70 centímetros desde el jueves y hay zonas en las que podrían caer de 40 a 50 centímetros más de lluvia esta semana, alertó el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés).
La tormenta perturba el trabajo de la industria petrolera pese a que los stocks de crudo son más que suficientes.
La costa de Texas concentra un tercio de la capacidad de refinación de Estados Unidos y por precaución, fueron evacuadas 105 de las 737 plataformas de producción del golfo de México.