Su cara juvenil y su voz aniñada han acabado por seducir al Tour de Francia. A sus 25 años, Warren Barguil ha logrado, al fin, cautivar al Tour de Francia, la montaña que todo francés tiene que escalar para licenciarse en el ciclismo.
El día que se confirmó que llevará el maillot de puntos rojos de rey de la montaña en París, porque ya no hay suficientes puertos en lo que queda de recorrido para que nadie se lo arrebate, Barguil logró su segundo triunfo en la carrera que hace soñar a todo francés.
“Estoy en las nubes, ahora mismo mis pies no tocan el suelo”, aseguró el bretón de sonrisa seductora al atravesar la meta del mítico Izoard, un puerto en el que dejó grabado su nombre seis días después de que lo hiciera en Foix en la fiesta nacional francesa.
Barguil logró la victoria con “panache”, esa valentía que tanto gusta al público francés, ese coraje que lo llevó a atacar en el pelotón de favoritos, aprovecharse de que no es una amenaza para los de adelante, y demostrar que ha llegado a esta ronda gala con una frescura sorprendente.
Ni el español Alberto Contador y los dos Tours de Francia que tiene en su palmarés, ni los grandes de la general pudieron alcanzarlo.
A falta de poco más de 1 kilómetro, Barguil atajó al colombiano Jhon Darwin Atapuma, el último superviviente de la fuga del día, y se cobró la venganza de la Vuelta a Suiza del año pasado.
Entonces, el francés se quedó a 4 segundos de dar alcance al colombiano. Pero en este Tour todo le sonríe al chico, que cruzó la meta con los 2 índices apuntando al cielo, uno por cada uno de sus abuelos, paterno y materno, explicó después el bretón, “grandes aficionados al ciclismo”, narró al borde de las lágrimas.
A falta de una etapa de transición y la crono del sábado en Marsella, Chris Froome ya tiene su cuarto título a tiro. No ganó la prestigiosa etapa del Izoard, pero los 23 segundos sobre Bardet y los 29 respecto de Urán deben ser suficientes para ir entonando la canción de la victoria.