Por: Stephany Dávila
Durante la cosecha 2016/2017, la caficultura guatemalteca ha enfrentado grandes retos que amenazan la continuidad del cultivo.
La presente cosecha se inició en octubre de 2016 y está próxima a terminar,
en septiembre. Luego de una pujante cosecha 2015-2016, no en términos de volumen, sino de precio, la actual trajo consigo complicados efectos económicos para la mayoría de caficultores.
Para hablar de la crisis es importante explicar primero, que el precio que se paga localmente está compuesto de distintas variables, una de ellas es el valor del contrato “C” de Nueva York, y otra, el diferencial o premio que se suma dependiendo de la calidad del café.
El alza de precios locales durante la cosecha anterior provocó un incremento artificial de los diferenciales, ocasionado por un incremento puntualizado en la demanda del grano, derivado del paso de café de Guatemala hacia México en vista de la crisis de producción que ellos tuvieron por los efectos de la roya.
Los diferenciales de Guatemala para un café SHB EP (estrictamente duro, preparación europea) en los últimos años han rondado +20, pero la cosecha anterior alcanzó poco más de +40.
La reacción de los principales tostadores que utilizaban este tipo de café en sus mezclas no se hizo esperar y esta cosecha muchos redujeron su demanda, sustituyéndonos con café de Colombia. Una reducción tan drástica en la demanda, por supuesto, afecta el precio y esa es parte de la crisis que se vive en nuestro país desde diciembre del año pasado.
La compra de maduro, que empezó en octubre con los cafés de tierras bajas a precios locales de Q225, terminó con una reducción de aproximadamente 45 por ciento en enero y febrero, momento en que los cafés de altura y mejor calidad salían al mercado.
A la caída de los diferenciales en el mercado internacional se sumó la paulatina baja del contrato “C”, especialmente sensible desde febrero de este año hasta ahora. Hoy, los caficultores enfrentan una crisis económica que compromete los tratamientos para prevenir la roya y la nutrición adecuada de las plantaciones por falta de recursos.
Mucho escuchamos hablar sobre la sostenibilidad, pero factores externos como estos impiden que esta anhelada estabilidad llegue al sector. Es momento de preguntarnos qué cambios requiere el modelo para alcanzar una forma de negociación que nos permita calcular ingresos constantes, sin tanta volatilidad, para planificar inversión y crecimiento.
¿Pero de dónde debe venir la solución? El segmento de cafés especiales y el comercio directo nos muestran la luz al final del túnel, pero es una parte del mercado aún muy pequeña para hacer la diferencia.
Si el mundo quiere seguir tomando café de calidad, es necesario que los sectores público y privado, así como los consumidores, empecemos a cuestionarnos sobre qué podemos hacer diferente para garantizar una sostenibilidad real de la caficultura.