En las construcciones medievales, a pie de obra, trabajaban distintos grupos de artesanos.
De carpinteros. Un ejemplo gótico: en la Catedral de Pamplona. Un taller de carpintería se incluye en uno de los capiteles del claustro gótico de la Catedral de Pamplona, concretamente en el que se narra la construcción del Arca de Noé (Gen. 6, 22), en la crujía oriental, perteneciente a la primera fase constructiva que coincide con la actividad del maestro Miguel, citado en un documento de 1286.
La profesora Fernández-Ladreda ha señalado su carácter naturalista y minucioso, con diverso utillaje que copia modelos reales y que, a la postre, es una muestra de la familiaridad de los artífices con todos aquellos y, a la vez, una reproducción de un taller de carpintería de la época, similar al que intervino en la fábrica del propio claustro catedralicio.
Como es sabido, en las construcciones medievales, a pie de obra, trabajaban distintos grupos de artesanos. Entre estos últimos, destacaban los carpinteros, encargados de la realización de todos los útiles que se fabricaban con la madera, la construcción de escaleras, poleas y grúas, carretillas, andamios y cimbras. Junto a los canteros, y en menor medida, herreros y cordeleros conformaban los grandes grupos de trabajo en la fábrica de los edificios y conjuntos de escultura monumental.
En el taller de San José. Nada mejor para reconstruir una carpintería de los siglos del Antiguo Régimen, que fijarnos en algunos lienzos seiscentistas del patrimonio navarro. En ellos se refleja en imágenes lo que escritores y teólogos afirmaban acerca de la profesión del Santo, singularmente el padre Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, confesor de Santa Teresa y autor del Sumario y Excelencias del Glorioso San José (1597), reeditado en numerosas ocasiones, con el título de La Josephina, que pasa por ser uno de los instrumentos más importantes en el impulso devocional hacia el Santo Patriarca. La edición príncipe se la dedicó a los carpinteros de la Ciudad Eterna. En uno de sus capítulos trata del oficio del Santo, concluyendo que había más razones a favor de su profesión como carpintero que como herrero, argumentando que el oficio de herrero era sucio y ruidoso y no encajaba con la limpieza del hogar de Nazaret, y que cuando tenía que trasladarse para trabajar de un lugar a otro, era fácil llevar consigo los útiles, la sierra al hombro, la azuela en la cinta y un cepillo, compás y escoplo en la faltriquera.