La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la más antigua de América, proclamó ayer su “adiós a las armas” tras medio siglo de lucha armada, en un acto en el cual el presidente Juan Manuel Santos aseguró que la paz es irreversible.
“Adiós a la guerra, adiós a las armas. Bienvenida la paz”, exclamó el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, en una ceremonia en Mesetas, en el centro de Colombia, en la que se celebró el fin del desarme de aproximadamente 7 mil combatientes.
“No le fallamos a Colombia”, agregó Timochenko. Mientras tanto, Santos aplaudió la declaración: “Hoy, al depositar el armamento que tenían con ustedes en los contenedores de las Naciones Unidas, los colombianos y el mundo entero saben que nuestra paz es real y es irreversible”.
Cumplimiento
La actividad protocolaria ocurrió en el mismo lugar donde esta fuerza marxista, creada en 1964 luego de una sublevación campesina, se consolidó e instaló su centro de operaciones.
En el acto participaron el jefe de la misión de Naciones Unidas, Jean Arnault, a cargo del proceso de desarme; representantes de los países garantes del acuerdo de paz, Noruega y Cuba; la cúpula de la guerrilla y representantes del Congreso y la Unión Europea, entre otros.
“Consideramos que el compromiso con la dejación de armas individuales adquirido por las FARC ha sido honrado”, expresó Arnault, después de recordar que el lunes la ONU certificó haber recibido 7 mil 132 pertrechos en las 26 zonas donde están concentrados los ahora
excombatientes.
El conflicto armado colombiano, en el que también han participado otros grupos insurgentes, paramilitares y agentes estatales, ha dejado 260 mil muertos, 60 mil desaparecidos y 7.1 millones de desplazados.
Tanto el gobernante como expertos ven al desarme como un hito del proceso pacificador, porque representa el epílogo de las FARC.
“Significa el fin de la principal guerrilla armada en el hemisferio occidental” afirmó el analista Jorge Restrepo.