Su obra nos muestra, entre otras cosas, que la literatura polaca constituye una rama del tronco central de Occidente.
Adam Zagajewsky (Lvov, 1945) es una de las últimas figuras literarias que resumen la memoria del siglo XX. Poeta ante todo, en su obra destacan también las colecciones de ensayos como En defensa del fervor y Soledad y solidaridad. Su autobiográfico En la belleza ajena constituye, además de un relato sobre su iniciación y madurez en la vocación literaria, el mosaico del mundo intelectual polaco durante la segunda mitad del siglo XX, la historia de los universitarios y escritores de la Cracovia comunista y la crónica de la lucha de un puñado de hombres de diferentes generaciones por una libertad que arrancaba de la conciencia individual.
La obra literaria de Zagajewsky hace buena la frase de Baudelaire de que la atención al presente, al rostro moderno del mundo, constituye “la mitad del arte” (y la idea de que, en consecuencia, es preciso prestar atención a esa imagen pero no dejarse apresar del todo por ella).
Perseguido por el régimen comunista de su país y exiliado, no obstante Zagajewsky ha rechazado toda portavocía, ha resistido la tentación de dejar que su voz se enquistara en lo que Mandelstam llamó los “sentidos prefabricados”, para buscar la autenticidad en una actitud contemplativa.
Sabedor como su compatriota y amigo Czeslaw Milosz, premio nobel de Literatura de 1980, de que el tirano no es lo bastante importante como para escribir sobre él, pese a su decidida firmeza ética y política ha preferido resolver el conflicto a fuerza de trascenderlo, dejando que en su poesía aparezca una imagen del hombre más completa y rica, libre de las mutilaciones que imponen los regímenes políticos.
Esa ambivalencia “entre lo local y lo universal, entre la militancia y el intimismo, entre el centro y la periferia” hace de Zagajewsky un autor especialmente interesante hoy. Su obra nos muestra, entre otras cosas, que la literatura polaca constituye una rama del tronco central de Occidente.
Disidente de la disidencia, Adam Zagajewsky ha sabido permanecer atento a los acontecimientos históricos y adoptar una actitud responsable ante ellos y al mismo tiempo impedir que su obra literaria quede reducida a consigna alguna o que la historia ahogue sus aspiraciones estéticas y espirituales. Su amigo y compañero de exilio Joseph Brodsky declaró, en cierta ocasión, que la poesía más hermosa del siglo XX está escrita en polaco desde Herbert, y la obra poética de Zagajewsky hace que esta afirmación siga siendo válida.
Zagajewsky ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de la Letras 2017.