El alcance de la gestión pública está dada por la relación directa entre la sociedad y el Estado.
La gestión pública es el conjunto de capacidades que facilitan la apertura de las fronteras y la redefinición de lo estatal, privado y público, lo cual permite crear situaciones que favorecen los propósitos que dan vida a las políticas y los programas de naturaleza gubernamental.
Además, la gestión pública se relaciona con los sistemas de evaluación que permiten a los Gobiernos el aprendizaje necesario para ser eficientes y eficaces en la conducción de la sociedad. Por tanto, la gestión pública es trascendental e imprescindible para obtener mejor los procesos y los resultados legítimos que se relacionan con la reforma del Estado y la administración pública.
Cuando el Gobierno y la administración pública no generan resultados favorables surgen fallas en la gestión pública y, como consecuencia de ello, se enfrentan a grandes desafíos en materia de legitimidad, ya que los resultados tienen focos de alerta o bien focos rojos en materia de resultados conseguidos.
Por eso la gestión pública debe actualizarse y ubicarse en el universo de los cambios que constantemente tiene la sociedad, sin que implique distanciamiento de las formas que institucionalizan y legalizan el poder. Si se aleja de la valoración institucional, la gestión pública corre el riesgo de considerarse como algo instrumental de la administración pública, cuando realmente debe ser parte activa que contribuye en la obtención de resultados positivos.
Un ejemplo es que el enfoque de las políticas públicas es contrario al espíritu de lo público y niega la posibilidad de que los ciudadanos puedan jugar un papel importante en los alcances de la acción del Gobierno.
Los programas administrativos deficientes alejan a los Gobiernos de los ciudadanos, pues tienden a desplazar con sus movimientos burocráticos, las aportaciones que provienen de la esfera de la vida social y ciudadana.
El alcance de la gestión pública está dado por la relación directa entre la sociedad y el Estado, esto conlleva a la coordinación de los esfuerzos colectivos, no tanto la dirección planificada de las políticas públicas y los programas administrativos que permite a los ciudadanos, el Gobierno, las demandas ciudadanas y las políticas públicas adquirir una dimensión social, cuyo reto recae en lograr credibilidad y confianza en torno a los procesos de modernización del Estado, pues es una alternativa importante para la mejora continua y la búsqueda de legitimidad de los gobiernos o instituciones y
dependencias públicas.