sábado , 23 noviembre 2024
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Reflexiones ambientales

¿Qué clase de planeta heredarán las generaciones venideras? El 15 de diciembre de 1972 (se cumplirán 45 años) se adoptó la resolución 2994 de Naciones Unidas, aprobada en su 2112 sesión plenaria. En esta, en el punto 4, se designa el 5 de junio de cada año como el Día Mundial del Medio Ambiente. Dicha resolución retrotrae aspectos debatidos con antelación en su resolución 2398 del 3 de diciembre de 1968, en cuanto a la necesidad de adoptar por la comunidad internacional medidas para proteger y mejorar el medioambiente.

¿Pero qué tanto se ha avanzado en todo ese bagaje de acciones y medidas tendentes a la salvaguarda ambiental? Veamos un ejemplo. En el norteño departamento de Petén, seis años antes de la resolución 2398, de los 35 mil 854 km2, más o menos, unos 33 mil kilómetros cuadrados constituían el manto boscoso de aquella superficie; 12 años más tarde, la frontera agrícola había avanzado a tal punto que el bosque se contrajo a razón de unos 28 mil kilómetros cuadrados; 14 años más tarde, según el Plan de Acción Forestal para Guatemala, la cobertura forestal en sus varias especies se redujo a 19 mil 540 km2. La tendencia a la constricción es obvia.

Sin el bosque, un conjunto de subsistemas ecológicos sucumbe. Por ejemplo, el manto freático se evapora en las profundidades del subsuelo. Las especies animales y vegetales que de él dependen empiezan a extinguirse por completo.

Los nutrientes de los suelos se compactan solidificándose hasta el punto de llegar a ser leptosoles, y con ello perder la capacidad de aportar sustento a una vegetación con tendencia a la desaparición total. La aridez de los suelos predomina en el paisaje de aquellos parajes otrora llenos de color, vegetación y vida en múltiples formas.

La calidad de la biósfera se deteriora. Todo el entorno se constriñe para favorecer el desenvolvimiento de la vida humana, de la vida en sus variadas especies y manifestaciones. Todo el orbe se resiente. Las inclemencias se acentúan y los extremos se presentan con mayor frecuencia. Pronunciadas sequías anteceden lluvias torrenciales; se generan diversos fenómenos naturales que suelen terminar en auténticos desastres. Las pérdidas económicas son colosales.

Tristemente, los decesos humanos se vuelven incuantificables entre fallecidos y desaparecidos. La vida la montamos en una ruleta cuya mayoría de casillas anuncian males y averías irremediables que terminan por afectar e impactar a sendos conglomerados empobrecidos de oportunidades de desarrollo y desamparados a su propia suerte. A su triste y mala suerte, más abandonados que nunca.

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