Su vida va a cambiar, pero en su club tampoco nada será igual; Francesco Totti, después de 25 años en el futbol profesional, vivió ayer en el Olímpico su último partido con la Roma, su equipo de toda la vida, que pierde a un emblema eterno.
“Ya está. El momento ha llegado”, declaró el Rey de Roma, micrófono en mano y con lágrimas, después de la victoria 3-2 contra el Génova, que permitió a su cuadro ser submonarca y clasificarse directamente para la fase de grupos de la próxima Liga de Campeones.
“Me quito esta camiseta por una última vez, aunque no estoy preparado y no lo estaré nunca. Esta vez tengo miedo, no voy a tirar un penal. Esta vez los necesito”, dijo.
Justo antes, Totti había dado una larga y lenta vuelta de honor. En la primera parte del encuentro aguantó bien emocionalmente, pero luego se derrumbó y comenzó a llorar.
Antes del partido frente al Génova, la Curva Sur, donde se sitúan los ultras del cuadro capitalino, había desplegado un mosaico con un mensaje claro: “Totti es la Roma”.
Hasta los vecinos y rivales del Lazio homenajearon al número 10 de la Roma con un mensaje en el Olímpico el pasado fin de semana: “Los enemigos de una vida saludan a Francesco Totti”.
Y es precisamente eso, una vida, la que ha pasado Totti en el equipo. Así lo explica Simone Pellegrini, joven papá de un niño llamado Luca, y que estaba ayer en una tienda oficial del club.
“Fui a ver mis primeros partidos al estadio con mi padre y ya estaba Totti. Ahora voy con mi hijo y sigue allí”, afirmó.