Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus socios, entre ellos Rusia, buscarán un nuevo acuerdo para seguir reduciendo su extracción y apoyar los precios del crudo, en un mercado mundial marcado por el auge de la materia estadounidense.
Todo apunta a que los integrantes del cártel y diversos manufacturadores externos renovarán mañana en Viena su convenio de noviembre.
Arabia Saudita, afiliado al grupo, y Rusia, los 2 principales productores mundiales, han anunciado que harán todo lo posible para prorrogarlo, probablemente por un período de 9 meses, hasta marzo de 2018.
También parte de los 13 miembros del cártel, como Irak, Kuwait o Venezuela, han dado su visto bueno a la ampliación. “Nueve meses me parece bien”, expresó el ministro argelino del petróleo, Nureddín Butarfa, a su llegada a Viena.
El pacto de noviembre, el más importante en años de una entidad que parecía haber perdido su capacidad de influencia, llevó a 24 países de dentro y fuera de la OPEP a rebajar su producción en 1.8 millones de barriles diarios en relación con los niveles de octubre de 2016.
El resultado es un barril que ahora ronda los US $50 (Q366.50), un precio que sigue estando sin embargo a menos de la mitad del que alcanzó en 2014.
“Por un lado, no han cumplido sus objetivos (de aumento significativo del valor) porque no eran alcanzables a corto plazo, pero, por otro, han drenado un poco las existencias enormes que había, han cambiado el sentimiento del mercado y han frenado o contenido la caída”, explicó Gonzalo Escribano, responsable del Programa Energía del Real Instituto Elcano, con sede en Madrid.
El punto de mira
El principal responsable de la oferta abundante en el ámbito mundial es el petróleo de esquisto producido en Estados Unidos.
Frente a este competidor, la OPEP y sus socios inquieren una difícil cuadratura del círculo para alcanzar un precio del barril que no sea ni demasiado alto ni demasiado bajo.
