Influye en salud, clima laboral, decisiones, uso de recursos y resultados. Marca pauta de conducta en la población y lo más importante, construye cultura.
Si la ira está fuera de nuestro control y provoca sentimientos de culpa o consecuencias de violencia, es una señal de que se requiere aprender a manejarla.
La ira o enojo es una emoción fuerte, un sentimiento de disgusto. Es una contrariedad incitada por agravio o insulto.
Se manifiesta con sensaciones de irritación, frustración; se puede experimentar dolor físico. Se siente en ocasiones vergüenza, rechazo y brota de manera espontánea.
Winston Churchill afirmó que un hombre es tan grande como aquello que le produce enojo. La estatura emocional de una persona es proporcional a lo que provoca su enojo. Eso no quiere decir que enojarse sea malo, sino que de acuerdo con Aristóteles, cualquiera puede enojarse, eso es fácil; pero enojarse con la persona correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la manera correcta, eso no está al alcance de todos y no es tan sencillo.
El enojo es una señal que alerta cuando una situación requiere de atención inmediata. Tiene una función, motiva a hacer o arreglar algo. Si se utiliza como guía, provoca mejora en relaciones o procesos. Fuera de control, la impulsividad es una amenaza a la luz del enojo. Puede desembocar en agresión física para intimidar; una reacción irreflexiva y ausencia de respeto. Algunas de las causas de una ira desenfrenada son las rivalidades en aspectos diversos de la vida del ser humano, la cultura de violencia como forma de expresión física y verbal. Sentimientos apasionados por causas en las que unos ganan y otros pierden, provocan que se considere a compañeros, pareja o amigos como rivales y estalla la guerra.
La receta para manejar la ira es en primer lugar, evaluarse. La siguiente evaluación puede orientarnos. 1) ¿Es usual que diga obscenidades cuando algo no sale como lo esperaba? 2) ¿Enojar al rival, genera sentimiento de ventaja? 3) ¿Cuando lo agreden, responde con agresividad? 4) Cuando la competencia falla, ¿se burla o lo critica? 5) ¿Mete zancadilla u obstaculiza para conseguir ventaja? 6) ¿Amenaza con facilidad a quien le fastidia? 7) ¿Cuando piensa que se actúa injustamente, reclama de forma agresiva?
Es importante preguntarse: ¿Estoy enojado/a?, ¿por qué estoy enojado/a? ¿Qué voy a hacer con el enojo?, luego contenerse, localizar el foco. Analizar opciones. Realizar el esfuerzo de emprender una acción constructiva.
Manejar la ira no es fácil, pero es muy importante. De ello depende cultura de vida o muerte en relaciones familiares, sociales, laborales y en todo el país. Tremenda responsabilidad en manos de quienes influyen en la población resulta el manejo adecuado de la ira. Por eso, si Dios lo permite, el tema continuará en la siguiente columna. Recuerde, se vale enojarse, pero haga algo bueno con el enojo.