La victoria del Presidente Macron para muchos significa “la figura de la política banal” creada mediáticamente y sin contenido político.
La interpretación en Latinoamérica del ahora nuevo presidente del pueblo galo Emmanuel Macron, es de alivio porque su discurso se aleja de la xenofobia y, para algunos, una esperanza de fortalecer la Unión Europea y ser aliado estratégico de Alemania. Además, muchos de los análisis tenían contenido banal y se perdían en detalles como su edad, y su vida personal, principalmente la relación con su esposa, algo que muchos denominan “la fantasía que algunos quisieran”.
Claramente, estos detalles de la vida en rosa le favorecieron para ser visto como un outsider, en un bulevar de oportunidad que se abrió, gracias al descubrimiento del Caso Penélope de su mayor contrapeso, el candidato Fillon. Si bien es cierto, su tendencia es de centro derecha, que lo catalogan como una “papa sin sal”, nicho ideal de la política mediática, recordemos que él salió como ministro del Gabinete de Hollande, de tendencia social, y preparó sus discursos con una tendencia liberal prometiendo mano dura contra la delincuencia y terrorismo, además de presentar reformas al código de trabajo, acaba de elegir al primer ministro, la pieza clave para crear alianzas en el Parlamento, al tecnócrata republicano Edouard Phillipe.
Philippe es definido por sus colegas como un “ejemplo de la derecha humanista”. El nuevo primer ministro reúne las exigencias que Macron planteaba: experiencia parlamentaria, pero partidario de la ruptura con la vieja política, la división entre derecha e izquierda que ha definido la escena en las últimas décadas y, por supuesto, sabe hablar perfectamente alemán. Sin embargo, se nos olvida que el calendario electoral no se agota con la elección presidencial; en junio serán los comicios para configurar el Legislativo, lo cual se traduce en que para darle estabilidad al gobierno son necesarios 289 diputaciones a favor, una tarea nada fácil en la que ha puesto a sus operadores a probar suerte de la derecha a la izquierda.
No obstante, durante la época de elecciones, el régimen de la quinta república también tenía a una izquierda concentrada en reformar la Constitución, ya que según su propio análisis la Constitución vigente desde 1958 le otorga poder concentrado al Presidente. Siendo el clásico ejemplo citado “La Ley Khomri”, que ampara la negociación empresarial por encima de los acuerdos sectoriales y del código de trabajo, provocando 5 meses de protestas, este mecanismo poco común en la política, una ley de liberación económica amparada en el artículo 49, literal 3, es un instrumento que suspende el debate parlamentario, bajo riesgos mínimos (el primer ministro puede ser sometido a un antejuicio o se puede generar una moción de censura), pero el precio es poco comparado a ganar una estrategia y preservar el interés, ¿será qué Macron utilizará este cuestionado recurso?
Pocas voces han mencionado que Macron, en este momento de la historia, fue creado en un escenario cortoplacista, preparado para acondicionar el terreno de cinco años a una tendencia más atomizada, como por ejemplo Le Pen o su ideología.