Anualmente, 1.2 millones de personas en el mundo pierden la vida en hechos de tránsito, la mayoría de víctimas son jóvenes entre 15 y 29 años.
Todos los días nos enteramos, por los diversos medios de comunicación, sobre la ocurrencia de hechos de tránsito en los que se ven involucrados todo tipo de vehículos.
Es visible la falta de educación vial en las carreteras de Guatemala y ponen en riesgo su vida, tanto por las personas que se conducen en vehículo, como las que se movilizan a pie. El fenómeno se presenta de forma negativa en la mayoría de Latinoamérica, por lo menos así lo deja ver el informe llamado La seguridad vial en la región de las Américas, el cual fue realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dentro de los datos importantes se destaca que, anualmente, un promedio de 1.2 millones de personas en el mundo pierden la vida en hechos de tránsito; en la mayoría de los casos, son jóvenes entre 15 y 29 años las víctimas más recurrentes. En relación con las personas que resultan heridas y sobreviven a este tipo de hechos, la cifra asciende a 50 millones cada año.
El asunto es de suma importancia, por lo que ha sido incluido en la Agenda 2030, que contempla los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente en la meta 6 que consiste en reducir, para 2020, la mitad del número de muertes y personas lesionadas por accidentes de tránsito; vinculado a lo anterior, la meta 2 busca que los países se comprometan a implementar sistemas de transporte seguro, ampliar el transporte público y mejorar en general la seguridad vial. En cuanto a Latinoamérica, la tasa de muertes por cada 100 mil habitantes, causadas por hechos de tránsito, es de 16, mientras que países como República Dominicana, Brasil, Bolivia, El Salvador, sobrepasan la tasa promedio.
Un elemento importante es el aumento de la motorización en los países de la región, y con ello se registra, desde el 2010, un aumento del 5 por ciento de accidentes en los que ese tipo de vehículo se ve involucrado.
En ese sentido, la región tiene retos importantes que vencer, si quiere cumplir con las metas establecidas en la Agenda 2030, especialmente con la legislación en materia de seguridad vial; y no se trata solo de crear o modificar la ley, sino de trabajar elementos paralelos a ella como el mejoramiento de la infraestructura vial, políticas que aborden el problema del tránsito y un sistema de transporte más confiable.