La Ética Pública no debe ser algo abstracto o simplemente el establecimiento de una lista de reglas a observar, sino un proceso de gestión constante.
La Ética Pública brinda al servidor público conocimientos que lo llevan a actuar de una manera diferente en cada situación, estableciendo los criterios que debe tener en cuenta cada servidor público para que cumpla con sus funciones de forma eficiente, con el fin de lograr bienestar para la sociedad.
La Ética Pública no debe ser algo abstracto o simplemente el establecimiento de una lista de reglas a observar o una situación por alcanzar, sino todo un proceso de gestión constante para que las tareas del Gobierno no solo sean sólidas, sino vitales para su funcionamiento y evolución.
Por lo tanto, debe ser un instrumento fundamental para evitar la corrupción eligiendo a los servidores públicos más idóneos, capaces, leales a la Constitución Política de la República y que tengan un gran sentido de justicia.
Desafortunadamente, siempre ha existido y aún existe un marcado interés por ocupar un cargo público sin tener la debida preparación, sin contar con la formación necesaria para ello, solo quieren sobresalir sin asumir la importancia y la responsabilidad, afectando los resultados que conlleva una eficaz función pública.
La Ética Pública aplicada a la administración pública es un proceso en el que, tanto la colectividad como los individuos generan pautas de conducta que posibilitan un mejor desarrollo de la convivencia, de la autonomía y de la libertad del hombre, porque tiene como eje central la idea de servicio.
Es decir, que todas las tareas y actividades que realizan los funcionarios públicos están orientadas al bien común.
La Ética Pública puede comprenderse como un hacer colectivo, como un proceso en el que, tanto la colectividad como los individuos generan pautas de conducta que posibilitan un mejor desarrollo de la convivencia, de la autonomía y de la libertad del hombre. Por lo tanto, es un factor clave para elevar la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los servidores públicos y pone en juego todo un conjunto de valores para ofrecer servicios de calidad a la sociedad.
Los gobiernos que realmente quieran ser considerados como transparentes y justos deben contar en su equipo con personas íntegras, de buen comportamiento en el servicio a la ciudadanía, y es justamente aquí donde juega un papel importante la ética, al tener en sus manos la selección y formación de servidores públicos que actúen con responsabilidad y eficiencia, un factor vital para la creación y el mantenimiento de la confianza de la población en las dependencias e instituciones públicas.