viernes , 22 noviembre 2024
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Sin velo

El protocolo no obliga a las mandatarias a usar un velo, pañuelo o hijab en visitas oficiales en Arabia Saudita.

Angela Merkel recientemente visitó Arabia Saudita, para establecer lazos de cooperación, entre los más polémicos, entrenamiento militar de los saudís en centros alemanes.

Sin embargo, los titulares de los medios fueron “Visita de Angela Merkel, sin velo” un titular que desviaba en esencia el trabajo de la actual canciller con Yemen, más bien se podría catalogar como un sutil “micromachismo” dirigido a la canciller.

En fin, tampoco cuando Michelle Obama visitó el reino de Arabia Saudita en 2015, ella optó por no usarlo, e incluso viralizó una etiqueta en árabe #MichelleObamaSinVelo. Sin embargo, los tiempos modernos obligan a salir de la “clandestinidad”, en pocas palabras, ya no es necesario cubrirse el rostro, perdiendo credibilidad, inclusive en el ámbito religioso, gracias a las luchas de los derechos de las mujeres de reivindicación en el mundo árabe.

No obstante, el carácter político o religioso. El año pasado los diputados alemanes aprobaron una ley que prohíbe el uso parcial del velo integral, especialmente a los funcionarios, en un contexto en el que el país acogió a más de un millón de refugiados, siendo muchos de ellos musulmanes.

El texto obliga a los empleados del Estado a tener el rostro totalmente descubierto en el marco de sus funciones, pero no prohíbe el uso del velo integral en el espacio público. Francia fue uno de los países europeos en dar el primer paso en prohibir en 2011 el uso del velo, o cualquier objeto que cubra el rostro.

Esta prohibición, abarca también su uso en los espacios públicos y hasta es objeto de multas el uso del “Burkini”.

En Guatemala, existe el Decreto 41-95 que impide llevar “capuchas o pasamontañas” u objetos que tapen el rostro, la identidad. A pesar que tampoco existe en el país un sistema de tutela hacia la mujer que limite ejercer sus derechos, o al menos no por escrito, en algunos lugares y hogares aún son los varones, y prácticas que se confunden con “cultura” que vulneran a las mujeres guatemaltecas. Pero, sí existe la “criminalización social hacia la mujer”, es decir, lo que nos pasa es por nuestra culpa, por cómo nos expresamos, por cómo nos vestimos, porque en pocas palabras “lo buscamos”.

Ninguna mujer quiere andar con un velo, o peor aún, un burka, gracias a Dios estamos lejos de esa realidad, pero tampoco es justo el control social que existe del cómo debe vestir una mujer, en los espacios públicos y privados.

Finalmente, la obsesión de algunos medios con el “No uso” del pañuelo en el viaje de Merkel no solo trivializa el trabajo de esta política, sino que alienta el recelo hacia aquellas mujeres que por sus creencias religiosas han decidido cubrirse.

Y esto, sucede también lamentablemente en nuetro país, las muertes de mujeres son catalogadas con los micromachismos “fémina”, “de fiesta”, “de noche”, “estaba sola”, en fin, yo no quiero ser catalogada como una fémina que fue, o que es, si uso falda, o ando sola.

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