La batalla por la presidencia de Francia se aceleró ayer en el terreno con un duelo inesperado entre Marine Le Pen y su rival centrista Emmanuel Macron, en feudos conquistados por la candidata de extrema derecha.
Mientras que el aspirante proeuropeo se reunía con delegados sindicales de Whirlpool en Amiens (noreste), amenazada con ser trasladada a Polonia, Le Pen hizo una visita sorpresa a los obreros en huelga que manifestaban frente a la empresa.
La visita de ella en este departamento golpeado por el desempleo, en donde obtuvo el domingo el 30.37 por ciento de votos en la primera vuelta, no había sido anunciada.
“Estoy aquí junto a los empleados”, declaró Le Pen, quien se dio un baño de multitudes y posó para selfis.
Presentándose como la estandarte de los obreros, la líder antieuro y antiinmigración dijo ser la candidata “de los franceses que no quieren ser desposeídos de sus empleos. Continúen la lucha; tienen mi apoyo”, añadió.
Por su parte, Macron, un exbanquero de 39 años, oriundo de esta ciudad, respondió inmediatamente dirigiéndose a la planta, donde fue recibido con abucheos y gritos a favor de su rival.
“Por supuesto que hay ira en el país; hay ansiedad”, reconoció Macron, en medio de una multitud de huelguistas, denunciando una instrumentalización política por parte de Le Pen.
“Cuando Le Pen viene a decirles que hay que salir de la globalización, esta no es la solución”, expresó Macron a los obreros que le interrogaban sobre sus propuestas para evitar el cierre de compañías en Francia.
“El proyecto de ella destruiría el poder adquisitivo”, denunció. La candidata de extrema derecha quiere salir del euro y promete organizar un referendo sobre la pertenencia del país galo a la Unión Europea.
Le Pen no tira la toalla, a pesar de que los sondeos le vaticinan una derrota frente a Macron.
Para imponerse el 7 de mayo, Le Pen tendría al menos que duplicar el número de sufragios que obtuvo en la primera ronda (7.69 millones), si la participación se mantiene al mismo nivel.
Con este objetivo en la mira, la ultraderechista multiplicaba los mensajes para cosechar sufragios entre el electorado del conservador Francois Fillon y del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que llegaron en tercer y cuarto lugar en la consulta del domingo.