La exposición del artista guatemalteco puede visitarse en la Galería Rozas-Botrán, en la zona 14 capitalina.
El año pasado, Érick Menchú comenzó a trabajar y a mostrar Laberintos, un proyecto en el cual plasmaba esos pasillos confusos a los que se enfrentó luego de perder la audición. Dicho concepto siguió inspirando al artista visual, quien durante la pandemia lo exploró mediante el grabado xilográfico antiguo. Los nuevos caminos que se suman a su obra pueden recorrerse de lunes a viernes, de 8:00 a 16:00, en la Galería Rozas-Botrán, 16 calle 4-66, zona 14. La entrada es libre.
Pasillos
Estar dentro de un laberinto fue lo que Érick Menchú sintió hace tres años, al quedar sordo. La similitud entre esa estructura y las tramas del grabado xilográfico antiguo lo llevaron a plasmar el momento que vivía. “Me sentía perdido, en busca de una salida”, expresa el artista.
Laberintos se convirtió en ese escape que anhelaba. Su proyecto mayor se inició el año pasado, mas fue durante la pandemia que visitó los nuevos pasillos que conforman una muestra de 10 grabados y un mural de aproximadamente 40 piezas adosadas al muro de la Galería Rozas-Botrán.
Detalles
“Desde que quedé sordo empecé a fijarme más en las expresiones, en los gestos, y, específicamente, en todo lo que dicen los ojos”, afirma Menchú. Para el grabador era importante dejar hablar a los ojos, y que estos mostraran los detalles que observan y en los que posan su mirada.
El artista hizo de los ojos el centro de su exposición, y les dio vida por medio del grabado xilográfico antiguo a contrafibra. Con esta técnica imprimió estructuras variables, como las de un laberinto, que formaron los globos oculares y que harán al visitante perderse entre las pupilas, tratando de encontrar una salida.
Entre el grabado y la pintura
Menchú se considera grabador, por encima de pintor y muralista. El artista dice que el momento que más disfruta de este proceso es la impresión: “Es cuando realmente nace la obra y ves el resultado de tus esfuerzos”.
Sin embargo, Menchú confiesa que su fascinación por la pintura sigue latente. Al inicio de la pandemia, comenta, dejó de pintar por unos meses, pero que últimamente regresó “con más entusiasmo” a los pinceles. Ahora, con un nuevo espacio como taller personal, continuará intercambiando técnicas para poder plasmar lo que lleva dentro.
Dato
Laberintos permanecerá abierta, hasta la segunda semana de enero de 2021.