En el Día del Maestro, cinco artistas nacionales comparten memorias de su paso por la docencia.
Maestros no son solo los que enseñan a leer y a escribir, o a sumar y a restar, sino también los que forman en ramas como la pintura, la danza, el teatro o la música. Cada uno de ellos imparte lecciones técnicas y de vida, que marcan el camino de sus alumnos y les dejan memorias imborrables. En el Día del Maestro, cinco artistas guatemaltecos, comparten anécdotas de sus años dedicados a la docencia.
Jorge Corleto
El pintor y muralista Jorge Corleto ha dedicado 32 años de su vida a la docencia. Una vez, como maestro de un curso de vacaciones para niños en la Escuela de Artes Plásticas Roberto Cabrera Padilla, uno de sus alumnos le preguntó si él era Jesús. “Traté de explicarle que aunque usaba pelo largo y barba, no era Jesús, pero él insistía. Le di clases por dos años y después no lo volví a ver. Hace un par de años estaba de compras, y un muchacho me dijo: ‘hola, maestro’. Al verlo a los ojos reconocí a aquel niño”, anota. Otro hecho que lo llena de satisfacción es poder formar al nieto de Cabrera Padilla, artista del que fue asistente y que tanto le enseñó.
Ricardo del Carmen Fortuny
El violonchelista Ricardo del Carmen Fortuny ha impartido clases en el Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara y en la Escuela Municipal de Música. “Recuerdo mucho a la primera alumna que gradué de violonchelo, María de Lourdes López Colop. Es emocionante y satisfactorio ver sus frutos y que ahora es una connotada maestra que enseña a niños y principiantes”, detalla. Los logros de sus antiguos estudiantes llenan de satisfacción al músico y también resalta las carreras de Rossana Paz y Samuel Gómez Matus.
Sonia Marcos
La directora del Ballet Nacional de Guatemala, Sonia Marcos, se ha entregado a la danza, pero también a la formación de nuevas generaciones de bailarines. En sus primeros años de docencia, a Marcos le asignaron un grupo de niñas algo “rebeldes”: “No hacían caso y no les gustaba la danza clásica. Cansada y llorando pedí que me cambiaran de clase, pero la Dirección se negó. Entonces decidí interesarme por lo que les gustaba, los artistas de esa época y en hacer actividades acorde a su edad. Pronto tuvimos una mejor relación, y las niñas salieron con muy buena técnica. Incluso ahora, que ya son adultas, seguimos en contacto”.
Jacobo Nitsch
El trompetista Jacobo Nitsch ha compartido su talento y amor por la música con alumnos de todo el país. En sus años como docente en la Universidad del Valle, tuvo un estudiante que viajaba todos los fines de semana desde Baja Verapaz. El músico se quedaba con él unas horas después de clases, para reforzarlo, y, al terminar el año, él le regaló unos tamales porque no podía pagarle de otra manera: “Recuerdo que yo le obsequié un metrónomo y un afinador. Me lo encontré luego de ocho años, y es director de una escuela de música, en la que usan aquellas herramientas que le di”. Nitsch dice que es “muy lindo” sentir que puso un granito de arena a esa gran historia que ahora se cuenta con música.
Guillermo Monsanto
El artista escénico y visual Guillermo Monsanto siempre enseña de forma creativa y diferente. Su paciencia motivó a que, en medio de un grupo difícil, un alumno de colegio decidiera continuar estudiando en la Universidad. En un hecho separado, y ya como docente universitario, un muchacho se le acercó y le dijo que gracias a él había aprendido a “leer”: “Era algo imposible porque no lo conocía. Luego me explicó que fue alumno del Liceo Guatemala, y un día tomó de la biblioteca un libro, cuyo último lector había sido yo. Decidió leer todos los textos que yo había leído y se enamoró de la lectura”.