La pasión de Cristo se vive por medio de estos conjuntos escultóricos.
Por el corazón del Centro Histórico, cada Viernes Santo, transitan los pasos procesionales que anteceden el anda del Señor Sepultado de la Iglesia de Santo Domingo (Cristo del Amor). Al contemplar estos conjuntos escultóricos, los creyentes se sintonizan con los momentos que vivió Jesús camino a la cruz. En este viernes de Tradición y Devoción con 5 sentidos exploramos estos elementos visuales de la fe.
La llegada
Las diferentes etapas de la pasión de Cristo se plasman en los 17 pasos del cortejo de Viernes Santo, del templo de Santo Domingo (12 avenida 10-09, zona 1). Estos grupos escultóricos fueron traídos al país durante la época colonial, con el fin de evangelizar a los pueblos nativos.
Mario Maldonado, relacionista público de la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo, afirma que, en 1929, llegaron desde España los primeros cinco pasos de madera, siendo estos La oración en el huerto, El encuentro de Jesús con la Virgen, El Cirineo, El Calvario y La piedad. “Luego se importaron otros cuatro y fue en los años 90 cuando se creó el resto, fabricado en fibra de vidrio”, expresa.
El traslado
Cada martes anterior al Miércoles de Ceniza, 10 de los pasos que acompañan al Cristo del Amor son trasladados al interior de la basílica de Santo Domingo. “Este acto público y solemne cuenta con la custodia de los Caballeros del Señor Sepultado. Cada imagen se coloca en una posición especial dentro del templo, para que las personas puedan visitarlas antes de la salida del Santo Entierro”, explica Maldonado.
El resto de los pasos permanecen en la bodega que alberga todas las imágenes a lo largo del año. Este espacio está ubicado en el antiguo colegio Betanzos, donde expertos de la comisión encargada de su resguardo y cuidado realizan todas las intervenciones necesarias para su conservación. De acuerdo con Maldonado, los pasos son un elemento identitario, no solo desde el punto de vista artístico sino también desde la devoción y la tradición.
Los pasos
Los ojos de los devotos son cautivados por la belleza y los detalles presentes en cada grupo escultórico. Sobre sus carretones, cada uno deja a su paso una huella de fe que representa los momentos previos y posteriores a la muerte de Jesucristo. Por ejemplo, en La piedad se observa a María sosteniendo entre sus brazos el cuerpo herido de su hijo. “Es impactante ver cómo los rasgos y elementos que comparte esta imagen revelan un sentimiento profundo”, dice Maldonado.
El Beso de Judas, en el que se aprecia el momento exacto de la traición, sorprende por su estofe original en dorado, que resalta la dedicación de los artistas. Aunque otro de los pasos que también ha enamorado a los guatemaltecos es La Santa Cena, incorporado el año pasado.