Este libro profundiza en la cultura musical de los tz’utujiles de Santiago Atitlán.
Por los senderos de Santiago Atitlán, Sololá, se tejieron melodías tradicionales para las ceremonias importantes de la comunidad maya tz’utujil. Al escucharlas, la etnomusicóloga estadounidense Linda O’Brien-Rothe se adentró en su profundidad hasta descubrir el valor cultural y musical que tienen para ese pueblo. Sus hallazgos los recopiló en el libro Canciones que hacen bailar el camino, el cual se publicó en español con el apoyo de sus colegas Matthias Stöckli y Alfonso Arrivillaga, y de la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos (Usac).
El encuentro
La primera vez que Linda O’Brien-Rothe recorrió los caminos de Santiago Atitlán fue a finales de la década de los 70, como religiosa de la orden de las Hermanas Maryknoll. Una de sus primeras tareas fue recopilar las piezas que el pueblo t’zutijil escuchaba, para adaptarlas al repertorio de las misas. “El trabajo fracasó. Los lugareños no querían compartir esos temas y se cerraban a la idea de que se conociera más de lo que cantaban. Sin embargo, allí conoció las b’ix rxin b’ey o canciones del camino”, comenta el etnomusicólogo Matthias Stöckli, traductor del libro al español.
Resonancia tz’utujil
Al abandonar la congregación católica, en la mente de O’Brien-Rothe resonaban las melodías de los mayas tz’utujil. Entonces decidió estudiar de etnomusicología en la Universidad de California en Los Ángeles, para más tarde regresar a Sololá. De acuerdo con Stöckli, la especialista empezó a grabar y a estudiar las letras, estructuras e historias que las canciones tradicionales resguardan.
En la misión, relata Stöckli, la investigadora contó con la colaboración de dos personas que la ayudaron a entrar en el círculo cerrado de la comunidad y que fueron quienes tradujeron las letras al español: “Es importante entender que las 20 canciones que Linda introduce se entonaban en un contexto ceremonioso. Expresan conductas sociales, su cosmogonía, la conexión con sus ancestros y la forma en que los tz’utujiles reaccionaban ante el enamoramiento, la sexualidad, la fertilidad, la vida cotidiana y la naturaleza”.
Todas esas melodías se complementaban con danzas que buscaban provocar una reacción favorable de parte de ancestros, nahuales, espíritus y dioses. “Eran una especie de ofrendas”, asegura Stöckli. En las 300 páginas que componen este título, la autora evidencia, además, que los integrantes de la comunidad no solo tocaban música, sino que también la cantaban.
Stöckli afirma que la relación duradera que O’Brien-Rothe mantuvo con los intérpretes y otros personajes de Santiago Atitlán le permitió entrar en un mundo de los tz’utujiles, y preservar la esencia de una tradición que aún hoy existe, aunque ya no la misma forma, pues muchos de sus ejecutantes murieron.
Dato
Canciones que hacen bailar el camino puede adquirirse en el Centro de Información y Documentación, edificio S-11, tercer nivel, de la Usac. Costo Q100.