La bailarina guatemalteca muestra libertad en sus movimientos.
En la danza contemporánea, Cecilia Stöckli halló la libertad para que su cuerpo expresara sus experiencias. Esa misma disciplina es la que la ha llevado a Europa para dejar fluir sus movimientos, encontrarse con sus orígenes y entender los de sus colegas. Desde el Viejo Continente, la bailarina suiza guatemalteca habla de su trabajo reciente y sus nuevos proyectos en ¿Qué están haciendo?
¿Qué estabas haciendo antes de contestar esta entrevista?
Cenando con mis abuelos.
Hace poco estuviste en Guatemala. ¿Qué te trajo al país?
Tuve la oportunidad de crear una coreografía para las alumnas avanzadas del Estudio de Danza Lissette Aguilar. También utilicé ese espacio para ensayar mi propio trabajo y jugar con un par de ideas nuevas.
Además, tuviste un show en México. ¿Cómo surgió esta oportunidad?
Influences can be subtle es una pieza que creé junto a Ana Viera, una bailarina mexicana. La obra nace de nuestras experiencias comunes y el desagrado hacia ciertos temas recurrentes en nuestras vidas. Nos interesaba llevar esas semejanzas al extremo e investigar cómo sería un mundo alterno en que la igualdad fuera la norma. Asimismo, yuxtaponerlo a la realidad en la que vivimos y sus obstáculos.
¿Qué es lo que más te apasiona de la danza contemporánea?
Me llena, pero esto lo digo por la danza en general y el placer que siento al moverme con libertad, pues es mi cuerpo el que expresa algo, y ya no soy yo. Me encanta que una misma pieza pueda tener significados tan diferentes, dependiendo de la interpretación del público. Saber que logro tocar a otra persona, aunque sea por un rato, me da satisfacción total.
Cuéntanos de lo que has hecho en Europa estos meses…
Influences can be subtle me tuvo los últimos dos años más en Guatemala, México y Nueva York que en Europa. Lo que logré cuando estaba aquí, aparte de unos pequeños proyectos, fue tomar unos cursos. Esto siempre ayuda a conocer otras variantes de la danza contemporánea y mantenerse al tanto de nuevos entrenamientos, ideas y posibles colaboraciones.
¿Cómo llevas tus raíces guatemaltecas a la danza?
Crecer y desarrollarme dentro de una normalidad que, a veces parece absurda y patas arriba para otra gente, me ha dado mucha perspectiva tanto al de salir del país como al volver. Lo vivido en Guatemala me acompaña y se convirtió en parte de quien soy. Cuando entro en un estudio y busco nuevas ideas para creaciones, reconozco que estas memorias y emociones emergerán. A veces son bienvenidas y otras son una limitación, pero en cualquiera de los casos existe el espacio para investigar y trabajar con artistas de otros lugares del mundo.
¿Cuáles son tus proyectos para el próximo año?
Mi vida sigue siendo la de una artista independiente, lo cual significa que gran parte de mi año aún está en el aire. Durante los primeros meses del 2020 participaré en un proyecto en Europa, pero al mismo tiempo seguiré desarrollando mi propia coreografía. En junio presentaré en Florida una nueva pieza del coreógrafo Dazaun Soleyn y, después, aún no sé. Todo se irá dando y aclarando.
