Las becas artísticas llevaron a estos creadores a formarse en el extranjero y a transformar el arte local.
La revolución del 20 de octubre de 1944 no solo representó una ruptura del sistema político y social, también una transformación en el arte. Los 10 años de primavera democrática vieron florecer distintas expresiones y, en el caso específico de las artes plásticas, ampliaron los horizontes de los creadores. El domingo se celebran 75 años de este acontecimiento y, por ello, miramos hacia cinco artistas que pudieron formarse académicamente fuera del país gracias a las becas.
Dagoberto Vásquez
La escultura, la pintura y el grabado vieron una luz diferente de la mano de Dagoberto Vásquez. En 1945 obtuvo una beca del gobierno revolucionario para estudiar escultura, fundición de bronce y metodología de arena perdida, en la Escuela de Artes Aplicadas de Santiago de Chile. “Durante cinco años aprendió la técnica de sus disciplinas y, a su regreso, rompió con al arte académico y se dedicó a uno más libre”, expresa Selvin García, administrador del Centro de Documentación de la Galería El Attico. Entre sus obras se encuentran el relieve Canto a Guatemala y el mural Fuentes de la vida.
Juan Jacobo Rodríguez Padilla
En 1950, el Ministerio de Educación le concedió una beca a Juan Jacobo Rodríguez Padilla. Durante cuatro años estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de París, Francia, y aunque el beneficio fue cancelado tras el derrocamiento de Jacobo Árbenz, ese aprendizaje marcó su estilo para siempre. El artista afianzó sus técnicas surrealistas, expresionistas y abstractas, y nutrió su obra de la creación del escritor Miguel Ángel Asturias y la visión social y revolucionaria de Guatemala. Entre su creación se cuentan dos murales en el Museo Nacional de Antropología de México.
Guillermo Grajeda Mena
Al igual que Vásquez, Guillermo Grajeda Mena viajó a Chile con una beca estatal. El artista se empapó de los procesos artesanales, fundición, escultura y arena perdida, y definió su rumbo estilístico. En ese país, donde permaneció de 1945 a 1948, “empezó a resaltar las prioridades de la materia que utilizaba para sus obras y a desdibujar la imagen realista”, apunta García. En las esculturas, murales, caricaturas y grabados del guatemalteco se puede apreciar su esfuerzo por resaltar la cosmovisión maya, retomando los valores y filosofía de esta cultura.
Roberto González Goyri
Otro creador que fue parte de este “respiro artístico”, apunta Monsanto, fue Roberto González Goyri. El artista tenía 18 años cuando recibió una beca gubernamental para estudiar en el Arts Students League y Sculpture Center de Nueva York, EE. UU. Allá perfeccionó su técnica y se decidió por la escultura y el muralismo. El trabajo de Goyri puede observarse en los murales del Banco de Guatemala, el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y el Crédito Hipotecario Nacional, en el Centro Cívico capitalino.
Rina Lazo
Entre las pocas mujeres que fueron beneficiadas con becas artísticas en las artes plásticas se encuentra Rina Lazo. La pintora y muralista dejó Guatemala en 1945 y puso rumbo a México. “Allá estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, con maestros como Diego Rivera”, indica Guillermo Monsanto, director de la Galería El Attico. Rina se estableció en ese país y se especializó en muralismo, creando piezas tan valoradas como El agua, origen de la vida sobre la tierra, La Universalidad y La Familia Mexicana.