El curador mexicano Daniel Garza ofreció un recorrido por la obra del artista.
Los colores y figuras características del icónico pintor y escultor Carlos Mérida (1891-1984) visten ciertos puntos de la capital guatemalteca. Los diálogos que esas piezas entablan motivaron a la Fundación Paiz a organizar Una tarde al aire libre con el artista. De la mano del mexicano Daniel Garza, doctor en Historia y Teoría del Arte de la Universidad de Essex, Inglaterra, nos sumergimos en la vida y la obra de uno de los principales representantes del modernismo latinoamericano.
Al aire libre
La tarde lluviosa del jueves no fue impedimento para que los pasos de no menos de 30 personas se encontraran con las obras Carlos Mérida. El recorrido comenzó en el Museo Nacional de Arte Moderno, que lleva el nombre del artista. Allí, Garza dio una introducción acerca del pintor y cómo sus obras conversan con las de los mexicanos David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
A la vez que escuchaban atentos los detalles técnicos y anecdóticos de la vida del maestro, los asistentes aportaban sus conocimientos acerca de su figura. A ellos se sumó el director de la institución, el pintor Rudy Cotton, quien junto a Garza amplió detalles de los viajes que Mérida hizo a Francia y a México, donde posteriormente fijó su residencia; su relación con el artista Carlos Valenti y su evolución estética.
Ventanas de color
Los pinceles y paletas, que hicieron a Mérida merecedor del título del pintor más universal de los guatemaltecos, abrieron una ventana a los elementos en los que hallaba inspiración. En sus piezas se muestra abstraccionismo y surrealismo, su atracción por las figuras geométricas y su vínculo con el Popol Vuh. Entre las obras que se pudieron apreciar y discutir están: Cielos Luminosos, El Vaticinio, El Abuelo Ixmucané, Danza de México y Ensueño de un sueño.
Paredes danzantes
La tarde llegó a su fin al descubrir el mural Los sacerdotes danzantes mayas, que adorna el vestíbulo del Banco de Guatemala, en el Centro Cívico capitalino. El esmalte sobre bronce y las tonalidades de cada pieza brillan sobre el fondo de mármol que las sostiene. Precisamente, Garza versó en el interés del artista por el muralismo público. Mérida plasmó su primera pieza sobre una pared de la Biblioteca Infantil de la Secretaría de Educación Pública de México y la llamó Caperucita Roja y los cuatro elementos.