La obra póstuma de Humberto Ak’abal reúne no menos de 100 poemas.
El sabor a naturaleza, a amor, a desamor, a nostalgia y a la eternidad del tiempo, que Humberto Ak ’abal esparció en sus letras, sigue presente. A pesar de que el 28 de enero su ronca voz se apagó, el poeta maya quiché dejó concluidas obras que retratan su forma de ver la vida. Una muestra de ello es Wachibal q’ijil, Las caras del tiempo, primer libro póstumo, que verá la luz hoy a las 18:00 en el Centro Cultural de España (6a. avenida 11-02, zona 1), de la mano de Editorial Piedrasanta y con los comentarios de los escritores Carolina Escobar Sarti, Julio Cúmez y Sabino Esteban, y el dramaturgo Víctor Martínez.
Encuentros y desencuentros
Mientras sus dedos recorren las páginas, su mente caminará por el trazo que Humberto Ak’abal dejó de Las caras del tiempo. La escritora Carolina Escobar Sarti, quien tendrá a su cargo la presentación del libro, detalla que en este, el poeta “plasmó sus emociones y miedos, sus momentos de desencuentro con el amor, sus encuentros con él mismo y su hermandad con la naturaleza”, hasta revelar su mundo sensible.
La sencillez y profundidad de la poesía de Ak’abal lo harán “caminar al revés”, tal y como lo hizo el autor para citarse con el tiempo. Los resultados de dicha reunión los depositó en El cajón, El corral, Las faldas de la neblina, Cuesta arriba y Los espantos viejos, los capítulos que componen este título. A estos los acompaña un texto del autor guatemalteco Dante Liano, quien habla acerca de la insurrección de la palabra del escritor maya quiché y de su muerte.
A decir de Escobar Sarti, los no menos de 100 poemas y las cinco partes en que se divide Las caras del tiempo hablan entre sí. Mas, es en El cajón en el que, a su criterio, Humberto metió “las cosas valiosas”: “El futuro, la esperanza, los sabores, las ropas viejas que le recordaban otros tiempos, otras ilusiones, otras edades, los colores, los dioses y la naturaleza. Esta es la gran obertura de lo que sigue en el libro”, apunta.
Su aporte a las letras
En todas sus obras publicadas, Ak’abal rompió paradigmas de lo que se consideraba poesía. Mediante sus versos de sonidos dedicados a los animales, los paisajes y los dioses, expuso la cosmovisión maya hasta en los rincones más lejanos del mundo. Escobar Sarti afirma que su enunciado poético nunca se centró en agradar a la crítica, sino en percibir y retratar esencias. Por eso, la autora no duda en describirlo como “la voz indígena más importante de la actualidad”.