Diferentes materiales y herramientas permiten crear piezas únicas.
Entre las manos del lector que lo sujeta, cada libro abre un universo. La experiencia se inicia al leer las primeras líneas, pero, en ocasiones, desde la primera vez que vemos y tocamos el objeto. En ocasión del Día Internacional del Libro, ahondamos en los libros artesanales, piezas únicas hechas con pasión y dedicación.
Sin límites
Sentir las fibras del papel kraft, el grabado con tintas especiales, los sellos y la costura de los cuadernillos es una experiencia única, afirma el editor y tallerista Simón Pedroza, de Ediciones Bizarras. Un libro artesanal, agrega, dependerá de lo que el autor quiera transmitir, al ofrecer una ventana a la libertad creativa: “No hay límites en este tipo de encuadernado, y queda en cada uno hasta donde lo imagina y hasta donde se permite experimentar”.
Para José Bacaro, una artista gráfica que se dedica a la encuadernación artesanal, los libros son lienzos en blanco que esperan contar algo, y cada quien decide qué comunicar con ellos, cómo y con qué hacerlo. Por ello, estos títulos pueden crearse con cualquier material, desde el papel hasta tuzas y flores. Incluso se puede jugar con la manera en la que se escribe, pues puede hacerse a mano, en máquina de escribir o en impresión digital.
De pasta a pasta
El proceso de crear un libro artesanal comienza con la narrativa o temática que plantea el texto, ya que esta da una visión de lo que será el producto final. “Un títuo de este tipo se elabora desde el punto creativo. En la escritura se desarrolla un concepto y las posibilidades que tiene entre materiales, tanto en su encuadernación como los elementos a utilizar”, asegura Pedroza.
Los libros artesanales requieren de un desarrollo totalmente manual, de pasta a pasta. Mientras que los encuadernados comunes son cortados, cosidos y pegados por máquinas y en serie, estos son, detalla Bacaro, “una pieza única”.
Las herramientas
Para que la originalidad fluya y vista al texto, los creadores necesitan de ciertas herramientas. Los cuadernillos, las tijeras, el hilo de algodón, la aguja capotera, los plegaderos y las zizas, entre otras, ayudan a construir lo que la mente ha imaginado, a hacer diseños únicos para las portadas e incluso a dar un estilo de costura propio.
Bacaro explica que una vez listos los instrumentos, empieza el proceso de cortar y doblar los cuadernillos, para luego coserlos. Posteriormente los une con la pasta y deja secar: “El tiempo que se dedique a la elaboración del libro dependerá de la técnica y el tipo de portada que se desee”. Estos pueden ser grabados o ilustraciones a mano, por lo que podría tomar de dos a tres horas armar un encuadernado artesanal.
Más por descubrir
El Día Internacional del Libro se celebrará con ventas de libros y talleres de encuadernación artesanal. Para más información visite el Facebook del Departamento de Investigación de las Artes y el @cceguate
