La agrupación expone hoy una panorámica de la música sacra nacional y europea.
La Semana Santa se graba en los oídos y corazones de los guatemaltecos mediante marchas fúnebres, que resaltan la pasión de Cristo e invitan a la reflexión. Con la intención de crear un espacio para exhibir una panorámica de la música cuaresmal, el Cuarteto del Alba preparó un repertorio de melodías nacionales y europeas. A esto se suma el estreno de Treno de Luna, una pieza que homenajea al violinista guatemalteco Survier Flores, fallecido el año pasado. Asista hoy a las 19:00 a la Capilla del Socorro de la Catedral Metropolitana. Admisión Q35.
La conexión musical
Junto al fotógrafo Daniel Hernández Salazar, el Cuarteto del Alba experimenta con un programa de marchas fúnebres que sumergirá al público en un ambiente espiritual que lo invite a meditar sobre su vida. Aunque también desean mostrar cómo esta tradición musical está conectada con otros países, como España e Italia. “En Crepúsculo Cuaresmal comparamos las obras de Guatemala con las de otras partes del mundo, para que la gente descubra los sonidos de Semana Santa”, explica Styvens Barrios, chelista de la agrupación.
Hernández Salazar comenta que las melodías seleccionadas para este concierto buscan ejemplificar la influencia de música
sacra europea sobre la guatemalteca. El repertorio también pretende demostrar que, si bien las marchas no nacieron en nuestro país, la sociedad las adoptó con compromiso y pasión, hasta adecuarlas a la cultura local.
La reseña, La mater dolorosa y Una lágrima son las piezas guatemaltecas que dialogarán con La Madrugá española y La sollevazione di Cristo, de Italia. A estas se añade la Sinfonía no. 3, de Ludwig van Beethoven, y la composición fúnebre del polaco Frédéric Chopin. “Todas guardan un sentimiento sacrificial que se comparte con la Semana Mayor”, indica el fotógrafo.
Estreno
Durante la presentación, el Cuarteto del Alba rendirá homenaje al violinista guatemalteco Survier Flores (1977-2018), con el estreno de Treno de Luna. El tema fue compuesto por el chelista Paulo Alvarado, quien para crearlo combinó su admiración hacia el artista con fragmentos de Luna de Xelajú. “Estoy muy feliz de interpretar esta melodía. La música es profunda y melancólica, y en mi interior pega la nostalgia de haber perdido a un músico como Survier”, cuenta Barrios, encargado de la interpretación.