Parece que el Ministerio Público (MP) que dirige Consuelo Porras perdió la cordura. Y la vergüenza. La detención de la exdiputada y directora del Instituto de la Víctima, Ligia Hernández, más que fuerza, evidencia debilidad.
Presenciamos el agotamiento de un sistema cooptado, que ve el despertar de un pueblo que se revela contra la corruptela y demanda el restablecimiento de una justicia independiente y proba.
Recordemos. Las alarmas en torno al inicio de lo que puede ser el derrumbe del pacto de corruptos comenzaron a sonar con mayor fuerza la semana pasada.
Ello habría provocado, entre otras reacciones, el enfrentamiento a golpes entre dos congresistas, quienes discutieron por la agenda legislativa que avanza fuera del control del grupo que domina las cortes, el MP, la Contraloría y hasta una parte de la Universidad de San Carlos y del Colegio de Abogados.
Lo cierto es que la mafia va perdiendo batallas que hacen presagiar lo que puede ser un final feliz para los guatemaltecos. Sin embargo, conviene advertir que se está lejos de cantar victoria, sobre todo porque está visto que los agentes del mal no se quedarán cruzados de brazos y van a emprender todo lo que esté a su alcance para evitar su colapso. Aunque incurran en más ilegalidades.
El caso de Hernández se suma a una serie de persecuciones políticas emprendidas por el MP, secundadas por jueces y magistrados. Informes independientes advierten que, de 2019 a la fecha, entre 50 y 60 operadores de justicia, periodistas, exfiscales y líderes sociales han salido del país ante el acoso del cual son víctimas.
Además, es un hecho que la zozobra tiene silenciados a algunos dirigentes de instituciones públicas, quienes prefieren callar, con tal de evitar la ira de un sistema que no soportó ser derrotado en las urnas, el cual presencia la valentía y el liderazgo de sectores políticos, académicos, indígenas y activistas, que se niegan a ser sometidos por quienes pretenden alargar una pesadilla que comenzó en el régimen de Jimmy Morales y se consolidó con Alejandro Giammattei.
Ante este panorama, alientan las palabras de Hernández, quien en un video advirtió. “Por más que quieran criminalizarme yo no les tengo miedo”.
Ella, como la gran mayoría de connacionales, busca recuperar un país que fue tomado por criminales de cuello blanco y conciencia negra. Una misión que, más temprano que tarde, debe lograrse para que Guatemala tenga otra oportunidad de resurgir.