El Informe sobre Paridad de Género 2024, elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, en inglés), reconoce los esfuerzos de la administración de Bernardo Arévalo y Karin Herrera de reducir una brecha que causa vergüenza propia y ajena.
La manera en que se conformó el Gabinete de Ministros fue la primera muestra de la visión participativa e inclusiva de las nuevas autoridades. A este primer paso le siguieron nombramientos de féminas en viceministerios, subsecretarías y direcciones del Organismo Ejecutivo y, más recientemente, las designaciones de gobernadoras departamentales.
Si bien es cierto que involucrar a mujeres en entidades estatales que se encargan de definir y llevar a cabo políticas públicas es un acto de convicción de Arévalo y Herrera, no se puede ocultar que desde hace muchos años el mundo viene avanzando en ese sentido, aunque la
ceguera de nuestras anteriores autoridades evitó que se percataran de ello.
En Latinoamérica, 13 ciudadanas han sido electas para dirigir los destinos de sus naciones, ocho de ellas en lo que va de este siglo. Adicionalmente, el pasado 2 de junio, el pueblo de México eligió a su primera mandataria de la historia, en una muestra de que el mundo empieza a dejar atrás los prejuicios que impedían que damas competentes aspiraran a cargos de relevancia en los distintos ámbitos sociales.
De hecho, en 67 años de existencia, el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), la cúpula empresarial de Guatemala,
designó a una presidenta, cargo que recayó en Carmen María Torrebiarte.
Es evidente que el mundo cambia y Guatemala también, y aunque falta mucho para alcanzar el equilibrio justo y necesario en las esferas de poder, es esperanzador que la llegada de la segunda vicemandataria del país, alguien que a diferencia de su antecesora, demuestra que con preparación, honradez y trabajo podrá abrirle espacios a miles de sus congéneres que empiezan a creer que los compatriotas dejaron de pensar que los pantalones y las corbatas hacen la diferencia intelectual y moral que demandan los pueblos.