El presidente Bernardo Arévalo recibió el apoyo político de los 48 cantones de Totonicapán, un pueblo que defendió el sistema democrático, luego del intento de golpe de Estado fraguado por el pacto de corruptos, que aún tiene injerencia en las instituciones llamadas a defender el Estado de derecho y contribuir a aumentar la decencia en las dependencias públicas.
En el encuentro se hicieron evidentes las coincidencias de visiones que tienen la dirigencia de estos pueblos y la del binomio integrado por Arévalo y Karin Herrera, así como los enemigos comunes a los que se enfrentan, los mismos que buscan bloquear la construcción de la nueva primavera.
Vale la pena resaltar la franqueza con la cual se expresan los interlocutores, quienes siempre anteponen sus principios y las necesidades de sus representados. De hecho, paralelo al respaldo que le hicieron saber al jefe de Estado, advirtieron que el aval ofrecido no es un cheque en blanco, sino más bien el norte que esperan que siga el Organismo Ejecutivo en su camino hacia la búsqueda de la prosperidad general de los guatemaltecos.
Es obvio que atender las demandas será un tarea titánica que deben enfrentar y resolver los gobernantes, sobre todo porque se trata de proyectos y obras, eternamente, desoídas por administraciones anteriores.
Lo cierto es que, como ya lo anticipó el Presidente, honrar estos reclamos es un acto de justicia social, pero también una recompensa para comunidades que siempre han aportado al bienestar del país, a pesar de que los organismos del Estado nunca han sido recíprocos con ellos.
Conviene destacar que el Ejecutivo ya comenzó las estrategias para remediar las injusticias, las cuales incluyen el nombramiento de gobernadores y gobernadoras más identificados con las necesidades de sus pueblos.
Además, estos nuevos funcionarios harán de la probidad un sistema de trabajo y primarán los derechos y oportunidades para las mujeres, el sector poblacional más olvidado, que ahora ven con optimismo su presente y futuro personal, familiar y social.