La decisión gubernamental de crear un cuerpo élite que enfrente y someta a los extorsionistas envía mensajes claros a quienes, por años, han causado terror entre los ciudadanos que, con esfuerzo y dedicación, llevan a cabo actividades que permiten el crecimiento del país.
Por ninguna circunstancia puede considerarse que el surgimiento de este escuadrón especializado sea una medida paliativa; al contrario, la integración del comando es precedida de acciones contundentes contra estos forajidos, a quienes las fuerzas de seguridad han enfrentado y controlado en su mismísimo centro de poder: el Sistema Penitenciario.
Si bien la falta de escrúpulos que caracteriza a estos criminales les ha dado poder, es la ausencia de políticas de seguridad y la corrupción que ha primado en los órganos de justicia la que les ha permitido crecer y convertirse en un obstáculo para el desarrollo y el crecimiento personal y comunitario.
Ante estas condiciones, cobran especial relevancia las expresiones del presidente Bernardo Arévalo, cuando resalta que el combate a estos “agentes del miedo, que impiden el crecimiento de los pueblos y limitan las libertades y los derechos de los ciudadanos” será frontal y sin temores.
Además, el compromiso asumido por las nuevas autoridades para garantizar el bienestar y favorecer las oportunidades de los connacionales torna imprescindible la utilización de todos los recursos estatales disponibles, a fin de acabar con estos sinvergüenzas que se han pavoneado ante la incompetencia y hasta complicidad de aquellos que debieron capturarlos, procesarlos y encerrarlos.
No cabe duda de que el Organismo Ejecutivo se apresta a comenzar una lucha sin cuartel, en la que tendrá el acompañamiento de los guatemaltecos y extranjeros honrados, valientes y trabajadores, quienes ven con optimismo y esperanza la construcción de la patria que les ha arrebatado la delincuencia.