Acostumbrado a ir contra la corriente ante emergencias sanitarias producidas por condiciones climáticas, el Gobierno enfrenta y resuelve un inusual brote de dengue, el cual afecta a, prácticamente, todos los departamentos del país, excepto Totonicapán.
Por fortuna, la enfermedad, que surge tras la picadura del llamado zancudo Aedes aegypti, no tomó por sorpresa a las autoridades sanitarias, que desde febrero pasado emprendieron campañas de información y prevención, las cuales redujeron la cantidad de daños.
Adicionalmente, en las últimas semanas, el Ministerio de Salud lideró brigadas que llegaron a las zonas con mayores riesgos, con el objetivo de resguardar hogares y comunidades. De esa cuenta, en 608 887 residencias se aplicó abate, mientras que 485 996 fueron nebulizadas y en 432 121 se despejaron las chatarras y espacios que facilitan la germinación de los animales.
Además, la citada cartera aseguró el abastecimiento de medicamentos, con los cuales se atiende, de manera digna, a los pacientes, algunos de ellos con síntomas de gravedad.
Si bien los 12 263 casos registrados en toda la república han sido manejables, como lo indican los expertos, también es cierto que los cuidados deben ser extremos, dada la existencia del
dengue hemorrágico, que puede tener consecuencias fatales.
Según lo informado, del total de dolientes, el 86 por ciento no representa alarma, aunque el 14 por ciento restante tiene algunos signos de preocupación, los cuales son seguidos, detenidamente. El detalle de la información trasladada por el ministro Francisco Coma concluye que Zacapa, Suchitepéquez y Quetzaltenango son las jurisdicciones con mayor incidencia, razón por la cual buena parte de las capacidades del Estado se concentran en dichos territorios.
Como hemos aprendido, es imposible evitar que la naturaleza cause problemas en nuestras poblaciones; sin embargo, es verdad que la experiencia y las competencias de los funcionarios hacen diferencia a favor de los ciudadanos.