El año pasado, cuando el Estado guatemalteco alcanzó el 12.1 por ciento de recaudación fiscal, no solo cumplió con el compromiso asumido en 1996, sino que aseguró el financiamiento de programas que contribuyen a mejorar la vida de millones de connacionales, económicamente, vulnerables.
De esa cuenta, estrategias como los comedores sociales se fortalecieron y llegaron a rincones apartados de la ciudad capital, lo cual permitió asegurar la alimentación de niños, ancianos y mujeres embarazadas o lactantes, entre otros.
Registros del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), la dependencia que tiene a su cargo la iniciativa, refieren que de enero a mayo de 2023 se han servido más de 4 millones de platos con comida en los 80 centros que se ubican en los 22 departamentos de la nación, aunque con especial énfasis en las jurisdicciones más afectadas por la carencia de comestibles.
La óptima administración de los recursos es una tarea compleja, sobre todo cuando las necesidades heredadas son muchas.
Sin embargo, este Gobierno ha demostrado que con capacidad, honestidad y transparencia es posible ser solidario y volcarse a favor de quienes tienen poco. Llevar 250 desayunos y 350 almuerzos diarios a 80 comunidades es un reto complicado, que solo es posible alcanzar y superar cuando se cuenta con equipos eficientes, que llevan en el corazón la responsabilidad de servir y atender.
A estas entregas se suman otros proyectos dirigidos a adultos mayores y a escolares de todos los niveles educativos, quienes reciben víveres y medicamentos que les han permitido una existencia más digna. “Facilitar el sustento conveniente en cantidad y calidad” es la misión asumida por el Presidente de la República, quien sabe que la voluntad de cubrir las privaciones de los compatriotas es un deber inmenso pero esperanzador.