La teoría advierte que la política exterior de un Estado debe basarse en un profundo conocimiento de la realidad internacional, en la que los países se desenvuelven y sobre la que se pretende influir. Se advierte que solo de esta manera, las naciones pueden sacar pleno provecho de las oportunidades, minimizando los riesgos.
Esto explica a la perfección la audacia de nuestra Cancillería, dirigida por el Presidente de la República, que ante las circunstancias globales visualizó que la reafirmación de los lazos de amistad y comercio con Taiwán generarían frutos que, en este momento, no se pueden dimensionar, aunque sí percibir y valorar. En este sentido, conviene recordar que la visita del jefe de Estado estuvo marcada por reproches y amenazas de naciones que, en un intento vano, quisieron incidir en nuestra soberanía y libertad.
Hoy, el Gobierno muestra resultados contundentes y esperanzadores. Por ejemplo, el propio dignatario adelantó ayer, en conferencia de prensa, que por lo menos 55 empresarios preparan maletas para constatar las bondades y ventajas que Guatemala ofrece al inversionista nacional y extranjero.
Conveniencias que incluyen una macroeconomía fuerte, crecimientos económicos altos (comparados con Latinoamérica), tipo de cambio estable y una pujanza extraordinaria, producto de la unión de esfuerzos y trabajo entre el Gobierno, iniciativa privada y trabajadores.
Además, se suma una mano de obra preparada y experimentada en procesos de producción, y un territorio de características inigualables por su posición geográfica.
Es necesario puntualizar que esa primera comitiva es apenas el principio de una serie de ventajas que obtendrá este pueblo, respetuoso, valiente y, sobre todo, consecuente con sus principios y valores. De hecho, el mandatario adelantó que dos compañías taiwanesas se instalarán acá, para empezar a producir y exportar hacia Estados Unidos, lo que marcará el comienzo de un proceso made in Guatemala.