La noticia comunicada el lunes recién pasado por las autoridades del Ministerio de Economía (Mineco) y del Banco de Guatemala (Banguat), en torno a que se logró contener la espiral inflacionaria del último año y, por consiguiente, el alza generalizada de precios de los productos de consumo popular, representa un respiro para las familias guatemaltecas.
Es evidente que las consecuencias sociales y financieras que trajeron (y posiblemente traerán) consigo la pandemia y la invasión a Ucrania no cederán en el corto tiempo, lo cual continuará afectando los bolsillos de la gran mayoría de ciudadanos del mundo.
Como pocas veces en la historia de la humanidad, estos acontecimientos causaron una situación complicada, la cual cada nación enfrenta en medio de sus circunstancias. Por fortuna, las autoridades nacionales han sido responsables y no solo han logrado mantener una inmejorable macroeconomía, sino que muestran una agresividad tal que han llevado a convertir al país en un destino ideal para las inversiones y la llegada de capitales.
Además, la prudencia fiscal y monetaria con la que se ha actuado, más la mejora de algunos factores externos, redundaron en la baja de la referida variable registrada en marzo, la que, conviene decir, se sentirá en un descenso en los costos de bienes y servicios. Sin embargo, las buenas noticias no concluyen aquí, porque según las autoridades del Mineco y del Banguat, los precios continuarán a la baja en lo que resta de 2023, lo que contribuirá a mejorar la calidad de vida de nuestros connacionales.
En este punto, conviene recordar que a partir del 1 de enero recién pasado cobró vigencia el incremento del 7 por ciento en los salarios mínimos aprobado por el jefe de Estado, lo que conllevó un apoyo y un alivio para los hogares, sin que, como lo demuestran las evidencias, implicará un retroceso en la producción y la inversión.
La contención de la inflación, alentada por factores propios y ajenos, es un hecho que dignifica la labor de gobernantes y gobernados.