La más reciente calificación de riesgo crediticio de Guatemala, emitida ayer por Fitch Ratings, refleja “la fuerte recuperación fiscal y económica” del país, sobre todo después de las restricciones financieras y comerciales que impuso la pandemia que provocó el Covid-19.
El avance de BB- (perspectiva positiva) a BB (perspectiva estable) implica un notable avance, que no escapará de la mirada de los grandes capitales. Para dimensionar el tema, basta revisar los criterios tomados por Fitch al momento de emitir su valoración, para lo cual citamos el comunicado emitido por el Banco de Guatemala (Banguat).
“La agencia destaca que la recuperación del PIB real, luego de la pandemia, fue una de las más vigorosas en América Latina. También, los déficits fiscales y la deuda tienen los valores más bajos dentro de la categoría BB, los cuales se han reducido a partir de una mejorada recaudación tributaria”, resalta.
En pocas palabras, la entidad internacional aplaude que la economía nacional, contrario al comportamiento de las de otros países, ha crecido de manera sostenible, que los presupuestos de la nación requieren menos deuda interna y externa para financiarse y que los ingresos fiscales continúan al alza.
Como broche de oro, la calificadora refiere el aumento de las exportaciones, que están alcanzando récords históricos, y el “evidente” crecimiento de las inversiones. Sin embargo, es preciso reparar que Fitch augura que los factores externos que afectan la inflación cederán, mientras que los internos no afectarán el valor de la moneda, razón por la cual los guatemaltecos no verán perjudicada su capacidad de compra.
“No descansaré en la promoción de este extraordinario país y su población. Este es el lugar ideal para invertir, que es la llave para la transformación económica, el desarrollo sostenible y el empleo digno con el que más conciudadanos se sentirán orgullosos de vivir en Guatemala”, afirmó el jefe de Estado a finales del año pasado en su segmento televisivo, una misión que empieza a tener grandes resultados.