Tres años después del inicio de la pandemia, los guatemaltecos empiezan a reencontrarse con los suyos. Poco a poco, aunque con mucha cautela, la sociedad vuelve a vivir la emoción de saludar a familiares y amigos, pero también a abrazar a compañeros de trabajo y estudio.
En este nuevo capítulo de la vida, son los padres quienes más muestras de dicha evidencian cuando ven a sus hijos retomar sus actividades académicas y de recreación.
Constatar que se sobrepusieron a la enfermedad, sin olvidar los daños que les provocó, es un elemento para festejar, porque les permite retomar una vida que, tras lo acontecido,
aprendieron a valorar y a extrañar.
Aunque el encierro forzado afectó a todos, es indiscutible que algunos lo padecieron más que otros. Los niños y jóvenes fueron, quizás, quienes más perdieron, puesto que tal vez sin comprenderlo debieron alejarse de aquellos compañeros con quienes empezaban a
descubrir la importancia de la vida en sociedad.
Esa es la trascendencia del regreso a las aulas. Esa es la dicha que alcanzaron ayer los pequeños que volvieron a los Hogares Comunitarios o a los Centros de Atención y Desarrollo Infantil (CADI), programas que ofrece el Gobierno a través de la Secretaría de ObrasSociales de la Esposa del Presidente (Sosep).
Como lo evidencian algunas fotografías que se incluyen en esta edición, el contacto con maestros y estudiantes llenaron de felicidad a los infantes y a sus padres, porque saben que pueden ir a realizarse como trabajadores, mientras sus pequeños se quedan en estos hogares temporales donde reciben los cuidados y las atenciones que necesitan.
El próximo lunes, escuelas e institutos reabrirán sus puertas y recibirán a más de 3 millones de niños y jóvenes que irán por el pan del saber. Será una fecha histórica, que les permitirá reencontrarse con aquellos que los acompañarán en las etapas que los harán crecer y
soñar, como en su momento ocurrió con sus padres y familiares.