La función del Ejército de Guatemala ha sido determinante en la historia de nuestro país. En cada etapa que ha vivido la república ha cumplido con el papel que le corresponde: la defensa de la soberanía y la paz de la nación.
Asimismo, la institución castrense ha sido partícipe en las labores
humanitarias, en apoyo a las entidades de socorro durante y después de fenómenos atmosféricos, como terremotos, huracanes o tormentas tropicales.
No se puede obviar que las Fuerzas Armadas también han contribuido con las fuerzas de seguridad civil en el combate del crimen organizado, como el narcotráfico. Actualmente, su participación es clave en el cumplimiento del Plan Nacional de Vacunación contra el Covid-19.
Esas y otras acciones fueron resaltadas y reconocidas ayer por el presidente de la República, Alejandro Giammattei, durante la conmemoración del 171 aniversario de la Batalla de La Arada y del Día de las Fuerzas de Tierra del Ejército.
Rememorar dichos acontecimientos ayuda a recordar cómo miles de guatemaltecos, portando el uniforme militar y llenos de amor por su patria, combatieron como héroes y triunfaron.
Por ello, el gobernante indicó que una de las metas para las Fuerzas de Tierra es fortalecer sus capacidades y disminuir sus deficiencias, pues la intención es dejar las bases conceptuales para que puedan desarrollar sus habilidades en beneficio de la nación.
Se espera que cuando finalice su gestión, el jefe de Estado habrá dejado un Ejército más fuerte y numeroso pero, sobre todo, promotor de la paz, la democracia y la responsabilidad de preservar la vida de los guatemaltecos.
Le toca a la institución militar continuar el trabajo para el mantenimiento de la paz y la gobernabilidad pero, sobre todo, la democracia de nuestro territorio, y garantizar que el crimen transnacional y otros grupos delictivos no violen la soberanía del país.