Oscar Peláez Almengor, Ph.D. (Tulane University, 1996).
Profesor Titular XII
Centro de Estudios Urbanos y Regionales
Universidad de San Carlos de Guatemala
El fascismo, y ahora el neofascismo como ideología, está inmerso en conceptos de modernización y modernidad. Asume una gran variedad de formas externas adaptándose al contexto histórico y nacional particular donde aparece.
De esta forma, ha desatado una gran cantidad de corrientes culturales e intelectuales, tanto entre la izquierda como entre la derecha política, antimodernas y promodernas, con el fin de articularse como un cuerpo de ideas, lemas y doctrinas que buscan una renovación radical de la vida social, política y cultural de los países, como parte de lo que era comúnmente considerado una nueva era en la civilización occidental. Así, el fascismo no desaparece, sino que adopta formas nuevas y lenguajes modernos, sin perder sus rasgos identitarios históricos.
El neofascismo está interiorizado en el pensamiento de la sociedad, que cada día acepta con mayor facilidad los abusos de poder.
Mateo Albanese opina que la resurrección del neofascismo tiene sus raíces en la hegemonía cultural de la derecha vivida en los últimos años. Todo neofascismo, desde 1946, ha sido una operación estratégica, cultural y política que pretende ampliar las fronteras de una ideología.
Así, el paradigma burgués representa lo políticamente correcto, y la derecha, que rompe ese esquema siendo misógina, racista, etc., en realidad es portadora de un paradigma nuevo, casi revolucionario. Hay elementos propios del fascismo y del neofascismo que persisten.
El neofascismo está interiorizado en el pensamiento de la sociedad, que cada día acepta con mayor facilidad los abusos de poder. El neofascismo muestra su rostro más horrendo en los procesos electorales, intentando anular elecciones presidenciales, amañando elecciones en instituciones de educación superior o no llamando a procesos electorales en los tiempos que marca la Constitución de la República, todo esto con el apoyo de jueces y fiscales, corrompiendo así procesos electorales nacionales.
El neofascismo, conocido en nuestro medio como totalitarismo o autoritarismo, muestra su perfil antidemocrático encarcelando profesores universitarios a través de mentiras concebidas por líderes neofascistas enquistados en los organismos del Estado. Nada distinto a las permanentes intrigas e intentos de golpe de Estado que enfrentó Arévalo Bermejo durante su gobierno.