David Lepe
Una tarde, hace dos décadas, me dirigí al estreno en Guatemala de una película que prometía mucho, pero lejos estaba yo de saber que se convertiría en una de mis grandes favoritas: Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004).
Este filme fue mi entrada a la obra del cineasta Michel Gondry. Del escritor del filme, Charlie Kaufman, ya había visto las fantásticas Being John Malkovich (1999) y Adaptation (2002).
La historia sigue a Joel Barish (Jim Carrey) y Clementine Kruczynski (Kate Winslet), quienes, tras una ruptura dolorosa, recurren a una empresa que borra recuerdos para eliminarse de sus mentes. La cinta contiene elementos de thriller psicológico y usa una narrativa no lineal para explorar la naturaleza de la memoria y el amor romántico. Sin dudar, era algo alejado de trabajos anteriores de Carrey, como Ace Ventura: Pet Detective (1994) o Liar Liar (1997)
Al llegar a la sala de cine, noté una fila extensa para entrar, en la que destacaban varias familias con niños pequeños. Claro, al voltear la vista, leí que en el cartel promocional del filme se colocó un letrero que decía en letras grandes: “La nueva comedia de Jim Carrey”. De eso no saldría nada bueno.
Ya iniciada la proyección, comencé a sentir mis primeros escalofríos con las notas bajas de Everybodys Gotta Learn Sometime, cantadas por Beck.
Cualquier gesto o mirada de Carey, provocaba risas en el público, ávidos por ver qué nuevas payasadas presentaría el actor. Después de 30 minutos adentrados en la cinta, se podía percibir la incertidumbre de la audiencia.
Durante la proyección, yo no analizaba si era posible borrar a personas de nuestra memoría, más bien decidía quiénes serían las primeras eliminadas.
Los asistentes comenzaron a abandonar la sala en parejas, en tríos y en familias. De a poco, las butacas se quedaron vacías, así como la existencia de Clementine en la mente de Joel.
Y después de la frase “regresa e inventa una despedida, al menos finjamos que tuvimos una”, quebré. Supe que había presenciado una de las grandes maravillas del cine moderno. ¿Vale la pena borrar los recuerdos dolorosos cuando también forman parte de lo que nos define?
Así que, si estás en disposición de profundizar en el dolor emocional, la pérdida y el deseo de olvidar recuerdos difíciles, puedes ver este filme en Max.