miércoles , 27 noviembre 2024
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Mi amado y recordado abuelo: el presidente Árbenz 80 años después

Claudia Arbenz

Mi amado y recordado abuelo, Jacobo Árbenz, tuvo la oportunidad de ver directamente las condiciones en las que habitaban, comían, vestían y trabajaban los campesinos e indígenas del campo.


Vio con profunda tristeza cómo las mujeres rurales tenían serias limitaciones para alimentar a sus hijos, lo cual marcó de por vida su sensibilidad humana. Por ello, mi querido abuelo Árbenz, con 31 años de edad y con el grado de capitán del ejército, se involucra directamente con algunos sectores representativos de la sociedad, incluyendo militares, para organizar un movimiento cívico-militar en contra de los responsables de las condiciones de pobreza del pueblo.


Producto de su conciencia social y militar y su habilidad militar como digno oficial del ejército, logra que florezca la primavera con la Revolución de Octubre del 44, reconocida como popular, de pueblo, de coloridos y hermosos trajes típicos, de profunda conciencia social –comunitaria– y humanista.


En mi calidad y condición de mujer cristiana y orgullosamente nieta de un militar revolucionario tengo la oportunidad de hablar desde lo más profundo de mi ser de la Revolución del 20 de Octubre. Es hablar de patria y de amor: al prójimo, al campesino e indígena especialmente al niño, mujer y abuelo, a la familia rural, a la sociedad y a Guatemala.


La extraordinaria efeméride revolucionaria permitió despejar el camino a los 10 maravillosos años de primavera democrática que siguieron con impactantes logros sociales que perduran 80 años después de su gestación que sigue siendo una lucha sin fin, impulsados por los dos mejores presidentes que ha tenido el pueblo: Juan José Arévalo Bermejo y Juan Jacobo Árbenz Guzmán, democráticos, reformistas y revolucionarios.


El anhelo de la Revolución del 20 de Octubre de 1944 sigue siendo una Guatemala incluyente, con bienestar y desarrollo para todos. Ese era el principal anhelo que llevaba impregnado en el alma y corazón el valiente “Soldado del Pueblo”. Ese anhelo compartido sigue siendo una esperanza para los guatemaltecos de buen corazón.


Afortunadamente, con el actual gobierno de Bernardo Arévalo se retoman este 2024 los valores e ideales revolucionarios después de 80 años de su gestación y espera.


Aunque debo reconocer que el camino iniciado no es fácil, se requiere tomar decisiones históricas con firmeza y consenso, apoyadas en todo momento por los cuatro pueblos históricos: maya, garífuna, xinka y ladino en su beneficio común, hacer realidad que los nacidos en esta hermosa tierra del quetzal tengan servicios esenciales de calidad en educación y salud gratuitos, fácil acceso a la tierra para la siembra y cosecha de alimentos garantizando la seguridad alimentaria en el pueblo, así como oportunidades dignas de trabajo, bienestar social y felicidad familiar.


Para finalizar, deseo expresar mis buenos deseos políticos al presidente Bernardo Arévalo y enviar un mensaje de amor a la juventud soñadora: el presente y futuro de Guatemala están en su participación activa, tal como lo hicieron los jóvenes revolucionarios…

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