Klaus Schmidt-Hebbel
Profesor Investigador, Centro de Investigación Sociedad y Empresa, Facultad de Economía y Negocios
La insistencia del Gobierno chileno en presentar malas propuestas refundacionales de reforma del sistema de pensiones tuvo nuevas iteraciones en las últimas semanas con el “Marco” presentado al Senado (31 julio) y el “Protocolo” acordado con el Senado (7 de agosto). Estos documentos contienen muchas ideas pésimas, algunas mediocres y pocas buenas.
Una propuesta particularmente mala es la licitación automática de los afiliados antiguos a las AFP, empujada por el Gobierno y algunos economistas.
Las AFP manejan e invierten los fondos pensionales ahorrados por sus afiliados, obteniendo rentabilidades sobre dichas inversiones y entregando más de 20 servicios a sus afiliados, a quienes cobran comisiones. La obligatoriedad del ahorro conlleva una imperfección de mercado: la heterogeneidad entre los afiliados respecto de su educación financiera, su comprensión del sistema previsional y su interés por entenderlo. Ello redunda en la falla sistémica mayor: la ausencia de un diálogo entre las AFP y sus afiliados para superar parte de las falencias, apoyando una información más completa respecto de los resultados comparativos de su AFP y una decisión informada sobre su permanencia o cambio a otra AFP.
¿Qué se puede hacer al respecto?
La propuesta del Gobierno (P1) se centra solo en las diferencias en comisiones. Con el objetivo único de reducir comisiones, P1 propone una reforma legal que obligaría a una licitación obligatoria de todos los afiliados actuales en 10 años (20 por ciento cada dos años), con la reserva de una opción de no participación por cada afiliado, que requiere de su desistimiento explícito. Esta propuesta tiene negativas consecuencias financieras, legales, constitucionales y de operación del sistema de pensiones. Sin embargo, la mayor falencia de esta propuesta es que no corrige la imperfección inicial: la falta de información de los afiliados y la ausencia de un diálogo constructivo entre las AFP y sus afiliados.
Ello redunda en la falla sistémica mayor: la ausencia de un diálogo entre las AFP y sus afiliados.