Ana Eva Fraile
Revista Nuestro Tiempo
El 19 de agosto de 1839, François Arago, astrónomo, físico y estadista, compareció en la Academia de Ciencias de Francia para presentar el nacimiento de la fotografía. En su discurso, se refirió a las “inmensas ventajas” que se habrían logrado durante la expedición de Egipto de haberse conocido la fotografía en 1798.
Con el auxilio del daguerrotipo, continuó, un solo hombre bastaría para copiar los millones de jeroglíficos que cubren los monumentos de Tebas, Menfis o Karnak. Además, gracias el instrumento de monsieur Daguerre, “un vasto número de verdaderos jeroglíficos reemplazará a los ficticios […], y superarán en exactitud y color a las obras de los más hábiles pintores”.
El daguerrotipo o el calotipo y sus derivados, como la placa de cristal al colodión húmedo, posibilitaron la renovación del lenguaje artístico.
En las palabras de Arago sobre este medio de reproducción, tan fiel y rápido, Vallhonrat y Levenfeld encontraron las pistas que vinculan el desarrollo de la fotografía con el afán de objetividad y su influencia directa en la construcción de las nuevas representaciones de la realidad; a partir de ese momento, las escenas de la vida y sus territorios solo parecerán veraces si son registradas por un dispositivo fotográfico.
Pero la difusión gratuita del invento (el Gobierno francés compró la patente y la donó a la humanidad para que su acceso fuera universal), no solo revolucionó la percepción, sino también la deriva del arte. En la década de 1920, apunta Rafael, mucho antes de que el genio del realismo Gustave Courbet creara Entierro en Ornans (1850), El taller del pintor (1855) y la controvertida El origen del mundo (1866), tres obras con las que los historiadores describen el germen de la modernidad, las primeras fotografías incitaban a alejarse de los sistemas de fabulación palaciegos.
El daguerrotipo o el calotipo y sus derivados, como la placa de cristal al colodión húmedo, posibilitaron la renovación del lenguaje artístico, una tendencia que ha permeado hasta nuestros días. “A ver si encuentro algunas imágenes de la exposición para enseñarte”, comenta mientras desliza con urgencia el dedo por la pantalla del móvil. “Esto de tener dos mil fotografías metidas en el teléfono…”.
Continuará…