Felipe Schwember Augier
Profesor investigador de Faro UDD
La crisis de legitimidad del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), se explica por su comportamiento faccioso. Varios episodios atestiguan ese comportamiento.
El más grave y escandaloso es el que en su momento denunció Sergio Micco cuando fue el estallido social; los últimos, una querella improcedente y las contradicciones de su directora en un programa de televisión, ofrecen una confirmación reciente de la misma conducta.
Esta instrumentalización del INDH hace mucho daño a la democracia, sobre todo a causa de la autoridad moral y simbólica que tiene dicho organismo.
Si la opinión pública ve que la apelación a tales derechos se asocia a una causa política particular, como si tal causa tuviera su monopolio, lo que inevitablemente ocurrirá es que todos aquellos que no adhieren o no se identifican con esa causa particular, verán en dicha apelación simplemente una forma de oportunismo político.
Su causa, en consecuencia, debe ser transversal.
Los DD. HH. son una medida de la legitimidad de los gobiernos y, en consecuencia, una medida de la legitimidad también de las democracias. Su causa, en consecuencia, debe ser transversal y le hacen un grave daño a la democracia quienes procuran impulsar su proyecto político instrumentalizándola.
En gran medida, la dificultad a que nos confronta la crisis del INDH puede quedar resumida en el famoso problema de “¿quién custodia a los custodios?”. El INDH debe promover de distintos modos la causa de los DD. HH. y su voz tiene cierta autoridad en virtud de la importancia de tales derechos en las democracias liberales.
Pero si sus miembros los reivindican de modo faccioso o contra el Estado de Derecho y el orden democrático o, mañosamente, para influir en el resultado de una competencia electoral; si sus miembros, en fin, se comportan como si el Estado de Derecho no fuera necesario en una democracia ni tampoco una garantía de los mismos DD. HH. que, supuestamente, promueven ¿qué reforma puede hacerse para evitar su instrumentalización? Lo que sucede con el INDH puede ocurrir, y ocurre, con otras instituciones, cuyos miembros o funcionarios obran según su gusto y opinión particular, por no decir según su capricho y no realmente según los fines de la institución en la que se desempeñan.
Se pueden crear y multiplicar los organismos o las instancias de control y fiscalización, pero si quienes ocupan los cargos los desempeñan de modo faccioso, no hay modo de remediar el problema. Por esta razón, la crisis del INDH es grave y sencilla, al mismo tiempo.