Felipe Schwember Augier
Profesor investigador de Faro UDD
El activismo conservador antifeminista y antigénero (el que cree que el género es “ideológico” y habla, por tanto, de la “ideología de género”), cree poder resolver el problema apelando a la ciencia. Pero este no es un problema científico, sino moral y político.
Y aun cuando lo fuera; por ejemplo, aun cuando los genetistas demostraran que un gen predispone a las mujeres a llevar velo, eso tampoco resuelve nada, pues de la predisposición biológica no se seguiría que la joven en cuestión está obligada a llevar velo. Quienes apelan ingenuamente a la biología no se dan cuenta de que si la joven está, por esa predisposición, obligada a llevar velo, entonces quienes tienen predisposición al cáncer están moralmente obligados a sufrirlo.
Todos estos argumentos se han ofrecido, a su turno, en todos y cada uno de los hitos que han marcado la emancipación de la mujer o de las minorías sexuales.
Pero, ¿no podría argüirse que la libertad de género es perniciosa? Eso es lo que argumentarían los miembros de la comunidad de la joven. Podrían decir que el suyo es un mal ejemplo para otras jóvenes; que con su conducta destruye la diferencia entre hombres y mujeres y, por tanto, el orden social; que impone a los demás su forma de ver las cosas o, por qué no, que es un peligro para los niños.
Todos estos argumentos se han ofrecido, a su turno, en todos y cada uno de los hitos que han marcado la emancipación de la mujer o de las minorías sexuales. El de la imposición (“nos obliga a tratarla como mujer, aunque no lleve velo”) es hoy muy socorrido.
Pero extrapolémoslo: ¿diría usted que es una imposición arbitraria, que atenta contra quienes se oponen al divorcio vincular, inscribir a los hijos de un segundo matrimonio como “hijos matrimoniales” en lugar de “adulterinos” o “bastardos”?
La libertad de género es una libertad fundamental, aun cuando su ejercicio o aplicación entrañe dificultades. Una obvia tendría lugar si, en el ejemplo anterior, la joven fuera menor de edad. Sin embargo, es diferente reparar en esas dificultades con el fin de mejorar la regulación legal o consuetudinaria de la libertad de género, que hacerlo con el de suprimirla.
Además de peligroso (pues su lógica se puede extender a todas las libertades), el segundo caso es injusto, pues es acometido por quienes ya disfrutan y ejercen, aunque no lo sepan, de la más amplia libertad de género.