Gema Pérez Herrera
Revista Nuestro Tiempo
Dirigida por Baumbach, fue el primer guion escrito por los dos, y el resultado parece un papel a la medida de Greta, que se interpreta en muchos momentos a sí misma.
Ahondan con estilo desenfadado en las paradojas del mundo moderno, algunas muy dolorosas.
La historia, sencilla en apariencia, se centra en el estilo de vida de Frances, una joven bailarina que intenta sobrevivir en Nueva York.
A través de un humor siempre herido, la película desenmascara algunas de las falacias de la cultura actual, muy en especial el individualismo y el modelo de relaciones esporádicas entre los jóvenes.
Su amiga de la carrera, sus compañeros de piso, ella misma… todos tratan de vivir como la sociedad les ha prometido que pueden hacerlo, pero Frances no solo no lo consigue sino que en su interior desea algo más.
A través de un humor siempre herido, la película desenmascara algunas de las falacias de la cultura actual, muy en especial el individualismo y el modelo de relaciones esporádicas entre los jóvenes, que se estrellan contra el anhelo de pertenencia e intimidad que sus personajes experimentan. Con Mistress América (2015) repitieron fórmula en la piel de otra joven que parece luz pero que está existencialmente perdida.
Gerwig admira hondamente a Baumbach, y su influencia es patente en su obra. Además del estilo de escritura (diálogos rápidos y agudos, muy trabajados), les une la profundidad existencial con la que abordan, de modo a veces bastante descarnado, los problemas de la generación que entra a la vida adulta.
La mirada de Baumbach es analítica y descriptiva: expone los síntomas y malestares de sus protagonistas, hace pensar pero no apunta el sentido de las respuestas. Y este es precisamente el campo en el que Gerwig ha dado un paso más y ha creado su propio discurso.