Enrique Baquero y Arturo H. Ariño
Investigadores del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (BIOMA)
Habría sido, pues, un caso de redondeo fácil de recordar. Los ingenieros habrían recogido el guante, diseñando rutinariamente equipos y procesos basados en esa temperatura mítica de 0 °F, y la legislación habría hecho el resto.
Sin embargo, si introducimos en nuestra narrativa a la Ecología, podríamos plantearnos que refrigerar implica calentar el sumidero al que va el calor retirado, que es el medioambiente, así como consumir recursos energéticos para hacerlo. Si bien la Ingeniería aumenta constantemente la eficiencia de los equipos, hay límites físicos insuperables.
Si bien la Ingeniería aumenta constantemente la eficiencia de los equipos, hay límites físicos insuperables.
Todo consumo de energía se traduce en un impacto en el medio que, hoy, puede medirse con harta frecuencia en huella de carbono. Pero ¿y si no hiciera falta enfriar tanto? ¿Sería posible mantener los alimentos congelados en condiciones de seguridad a una mayor temperatura y, de paso, reducir el consumo energético? La respuesta parece ser que sí, y se propone que sea con la referencia de los -15 °C con el fin de que, ante un problema, se tarde en llegar al límite todavía seguro (microbiológicamente) de los -12 °C.
Elección racional y ecológica de la temperatura. El informe mencionado muestra que esta simple medida supondría casi un 5 por ciento de reducción de lo que se consume en mantener la cadena de frío a la temperatura actual.
Ahorraríamos 25 teravatios hora (TWh) al año (un teravatio hora equivale al consumo anual de electricidad de 150 mil personas que viven en la UE), asimilable a 10 millones de toneladas (Mt) de gases de efecto invernadero, o lo que emiten 3 millones de automóviles, tantos como circulan en toda Dinamarca. Sería, pues, otro paso razonable en la senda que nos lleva en la dirección de reducir la huella del ser humano en el medioambiente.
Vivir sosteniblemente cuesta, pero más costará hacerlo de forma insostenible. Cuanto más se ayuden entre sí las distintas ramas de la ciencia a desmontar leyendas, antes alcanzaremos los objetivos de un desarrollo sostenible más necesario que nunca.