José López Guzmán
Profesor de la Facultad de Farmacia
También puede llegar a enmascarar problemas personales o no detectar ciertas patologías, con productos paliativos que no se dirigen a la raíz del problema.
Sin olvidar que puede llegar a tener efectos indeseables y, en algunos casos, ni tan siquiera ponderados. El desarrollo del mercado de los estimulantes.
Es muy difícil realizar un control de estos estimulantes y, por ello, es previsible que su consumo aumente en los próximos años.
Para evitarlo, es importante que se adopten determinadas medidas legales.
Las autoridades deben implicarse en el control de los productos estimulantes, la legislación tiene que ser clara y no hay que obviar la exigencia de evidencia científica y control de calidad de los productos afectados. Todo ello sin esperar a reaccionar cuando sea tarde.
Las empresas deben crear un clima ético adecuado, con unos horarios y unas exigencias laborales proporcionadas a la realidad.
Por su parte, las empresas deben crear un clima ético adecuado, con unos horarios y unas exigencias laborales proporcionadas a la realidad de sus trabajadores, ya que, en este ámbito, la utilización de los estimulantes suele estar incitada por la agresividad de los entornos corporativos.
Una vez creado ese clima ético empresarial, los servicios de responsabilidad social corporativa han de preocuparse por el cuidado de sus trabajadores, teniendo presente que muchos estimulantes suponen un riesgo tanto para el trabajador como para la propia empresa y, dado el caso, incluso para sus clientes.
Por último, en lo que respecta a la industria farmacéutica, se la suele presentar como la “mala de la película” cuando, en realidad solo tiene responsabilidad en el grupo de los nootrópicos.
En este sentido, las compañías farmacéuticas pueden favorecer su buen uso, evitando crear expectativas que no se ajusten a la realidad o asignando propiedades que no estén avaladas por la evidencia científica.
En cuanto a los productos de los otros dos grupos, los medicamentos de uso desviado requieren prescripción médica y los lisérgicos son ilegales.
Por ello, la influencia de las compañías farmacéuticas en esas dos categorías es bastante limitada.
Incentivado por una sociedad que no valora el esfuerzo.
También, existe un claro componente social en el aumento del consumo de productos estimulantes.
Por un lado, la presión ejercida por una sociedad que, prioritariamente, valora a las personas por sus resultados. Esta presión ocurre en un ambiente en el que se ha dejado de enseñar el valor del esfuerzo y la voluntad. Y en el que es palpable la falta de capacidad, principalmente entre los más jóvenes, para enfrentarse al fracaso.
Lo que parece indiscutible es que su consumo tiene más riesgos que beneficios, puesto que no hacen al ser humano más humano, sino que le ayudan a soportar un entorno hostil o situaciones que suponen un esfuerzo, sin enfrentarse de verdad a los problemas.