Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
El texto que recoge es el del acuerdo del consistorio tudelano de 10 de enero de aquel año, elaborado en caligrafía preciosista con una inicial que copia la de un manuscrito medieval: “El Muy Ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Tudela en sesión de 10 de enero de 1924 acordó dedicar al inspirado poeta don Alberto Pelairea Garbayo un homenaje de gratitud en nombre de esta ciudad por la desinteresada cesión de dos de sus obras teatrales a un grupo de distinguidas señoritas y jóvenes tudelanos que las representaron en el Teatro Novedades, cedido gratuitamente a beneficio de las Siervas de María, contribuyendo con la generosidad de todos a la permanencia en esta ciudad de tan benéfica Institución ….”.
El dibujo está firmado por N. Martínez en abril de 1924, al que hay que identificar con Nicasio Martínez. Se organiza como un gran frontis en formato horizontal con un cuerpo rectangular entre sendas columnas de inspiración románica y un ático muy decorativo.
En la parte inferior destaca en el centro el escudo heráldico de Tudela surmontado por corona mural. Los laterales se organizan con elementos arquitectónicos, concretamente con unos fragmentos de muros y columnas con capiteles claramente inspirados en su estética por los del claustro de la catedral de Tudela.
Junto al libro, encontramos la lámpara del estudio y la vigilancia, varios escritos alusivos a la sabiduría.
En el de la izquierda figura una escena de La Cruz de la Atalaya, obra de temática fiterana de 1912 y en el de la derecha otra inspirada en La Hija del Santero (1924), zarzuela a la que antes nos hemos referido.
Ambas obras con sus títulos figuran en las hojas izquierda y derecha de un enorme libro que aparece en el centro del remate de la parte superior, cobijado junto a otros elementos bajo una portada cuyo modelo es la puerta de Santa María de la catedral.
Junto al libro, encontramos la lámpara del estudio y la vigilancia, varios escritos alusivos a la sabiduría y un tintero con sus plumas.
Todo ello evoca la labor del poeta, junto a un laurel y una estrella pitagórica de cinco puntas, denominada por Luca Pacioli como de la proporción divina.
A ambos lados del mencionado motivo central de la portada, encontramos colorísticos rameados y volutas vegetales inspirados, ciertamente, en elementos del claustro tudelano.
Continuará…